La mayoría de los países desarrollados del mundo quieren afianzar su estrategia de movilidad eléctrica con ayudas de diferente consideración y ciertas exenciones fiscales. Europa ha invertido grandes cantidades de dinero en su Agenda 2030, y en Estados Unidos se quiere lograr el mismo efecto, aunque con un punto de vista parcialmente diferente. La estrategia de ayudas a vehículos eléctricos en Estados Unidos ha causado malestar dentro del seno de la Unión Europea al considerar que tales políticas van en contra de libre comercio por infringir las normas de la Organización Mundial del Comercio (OMC).
El pasado domingo el Senado de los Estados Unidos aprobó un nuevo proyecto de ley sobre el clima y la energía. Con una impresionante dotación de 430.000 millones de dólares, el Gobierno de las barras y las estrellas promete importantes descuentos y exenciones fiscales para aquellos conductores que se decidan dar el salto a la movilidad eléctrica. Ayudas que pueden ascender hasta los 7.500 dólares para eléctricos nuevos y hasta 4.000 dólares para modelos de segunda mano. Un plan muy ambicioso que está cargado de ciertas trampas para los fabricantes extranjeros.
Se han fijado varias condiciones para poder acceder a las ayudas. La primera es que el precio de venta del vehículo no podrá superar los 55.000 dólares en el caso de tratarse de un turismo, y de los 80.000 dólares si se compra una furgoneta o una pick-up eléctrica. Hasta aquí todo dentro de la normalidad, pero hay más condiciones, las que han levantado ampollas en Europa. La obligación más sensible es que para poder acceder a las ayudas el vehículo en cuestión debe fabricarse en Estados Unidos, lo que supone un importante varapalo para muchas marcas extranjeras.
La política va incluso más allá, ya que a partir de 2023 los vehículos eléctricos que tengan componentes chinos no podrán optar a ninguna subvención. Cualquier componente chino, incluida la batería. Conviene recordar que China es el mayor fabricante de baterías para coches eléctricos del mundo, suministrando pilas a numerosos fabricantes de todo el mundo. La norma ha sido bien recibida por los inversores locales, disparando las acciones de fabricantes americanos como Tesla, Rivian o Ford. Sin embargo, en Europa consideran que tales normas no se ajustan a la ley de libre mercado.
La reacción de la Unión Europea no ha tardado en llegar. Este pasado jueves los dirigentes del viejo continente se mostraban "profundamente preocupados" por las exenciones fiscales propuestas por Estados Unidos al tacharlas de discriminatorias contra productos extranjeros, pudiendo, además, incumplir las normas fijadas por la Organización Mundial del Comercio. Estados Unidos quiere priorizar los eléctricos Made in USA, castigando principalmente a las incipientes marcas chinas que estaban empezando a poner sus ojos en el mercado americano.
Numerosos fabricantes europeos se han sumado a las quejas de la Unión Europea ya que muchos de los modelos EV no podrán acceder a las ayudas propuestas al no fabricarse en suelo americano. El no poder optar a las exenciones y a las ayudas limita su margen de maniobra ya que en muchos casos saldrán perdiendo en la batalla de precios. Por el momento nadie de Estados Unidos ha reaccionado a las palabras de la Unión Europea, aunque no parecen muy dispuestos a ajustar las medidas establecidas. Mientras tanto los fabricantes europeos buscarán soluciones para escapar al problema. Soluciones como la de Volkswagen, que ya ha comenzado la fabricación del Volkswagen ID.4 en suelo americano.