El cobre está muy cotizado en los mercados oscuros. Su robo es, lamentablemente, algo habitual. No pensemos que tales malas actitudes ocurren exclusivamente en nuestro país, porque no es así. Si no que se lo digan a Tesla, que acaba de sufrir un robo a gran escala en una de sus Superchargers. Todos los puntos de la estación amanecieron con los cables cercenados. Miles de euros en reparaciones que no será ni la primera ni la última vez que ocurra.
Hace apenas unos días, Tesla inauguraba una nueva estación de supercarga en los Estados Unidos. La electrolinera de Oakhurst, en el estado de California, se posiciona como una de las más avanzadas del territorio gracias a su sistema de carga de última generación, el famoso Supercharger V3. Todo era gloria bendita, hasta que unos usuarios detectaron que los ocho puntos de la instalación habían sido saboteados. Los cables de carga no estaban, tal y como se aprecia en las fotos publicadas en el foro Tesla Motors Club.
Tesla está en pleno proceso de expansión de su red de carga. La compañía quiere triplicar el número de puntos en los próximos dos años. En la actualidad rara es la semana que no inaugura un nuevo centro. A finales del año pasado se contabilizaban un total de 3.476 estaciones repartidas por todo Estados Unidos, con un crecimiento de récord. De seguir así el año acabará con muchas más, y más cerca del objetivo propuesto.
Sin embargo, en este caso nos tenemos que centrar en la parte más negativa de la noticia; el robo. Aunque no se descarta el simple vandalismo, todas las miradas ponen el enfoque en el robo de cobre. Cada mazo de cable cuenta con varios metros del preciado material, por lo que resultan especialmente atractivos para los amantes de lo ajeno. Su robo no es complicado, y tampoco su colocación en el mercado negro. Un problema al que muchas compañías buscan poner fin.
La cuestión es que en muchas ocasiones los puntos de recarga son el centro de atención del vandalismo callejero. Esto, sumado a una clara desatención por parte de las compañías encargadas de su explotación, puede causar serios contratiempos para los usuarios, como ha sido el caso de la estación de Oakhurts. En España sabemos muy bien de este problema, pues en muchas ocasiones la atención y el mantenimiento de las instalaciones dejan mucho que desear.
Por ese motivo se están llevando a cabo pruebas y desarrollos que ocultan los cables a la vista, al modo de las gasolineras tradicionales. A pesar de ello, el problema no tiene pronta ni fácil solución, y noticias como esta serán, desagradablemente, el pan nuestro de cada día. Por su parte, Tesla ha reconocido que no tenía conocimiento del problema, y que en los próximos días arreglará los puntos afectados con una alta probabilidad de que alguien vuelva a sustraer los cables.