La evolución de la tecnología ha permitido a los coches llegar cada vez más y más lejos. El primer viaje por carretera, hace ya más de 120 años, apenas fue de 100 kilómetros. Aquella epopeya que duró casi un día entero y estuvo cargada de contratiempos, supone una distancia insignificante a día de hoy. Los coches eléctricos mejoran constantemente su autonomía gracias a nuevos desarrollos, químicas y eficientes tecnologías. Volvo es una de las empresas más comprometidas con este objetivo y se hace más que evidente gracias a patentes como la que acaban de presentar.
El EX90 es uno de los coches eléctricos más avanzados del momento. Aunque su llegada al mercado todavía no se ha producido, ya podemos hablar de él como rotundo éxito. Los suecos han tenido que paralizar los pedidos ante la avalancha de clientes. Con sus más de 5 metros de largo y casi tres toneladas de peso, el enorme SUV de Volvo se apoya en una gran batería de iones de litio con 107 kWh de capacidad neta. Una cifra enorme que, en unos años, puede que no sea necesaria si en Suecia consiguen llevar a producción su nueva y revolucionaria patente.
Tal y como recoge Carup, Volvo podría haber inventado la primera batería inteligente del mundo para coches eléctricos. Si destripamos un paquete de cualquier coche eléctrico veríamos que este está compuesto por varios módulos en cuyo interior se sitúan las celdas. Uno de los problemas es que resulta imposible conectar cada celda entre sí. Es excesivamente complejo, pesado y, hasta ahora, no había ordenador capaz de controlar semejante volumen de información. De acuerdo a la patente registrada por los suecos, Volvo ha encontrado la forma de que las celdas se comuniquen entre sí.
¿Y esto para qué sirve?
Actualmente, la industria ha tomado un camino muy básico para lograr batir distancias con sus coches eléctricos: poner una batería más grande. Aunque los nuevos avances permiten ofrecer mayor densidad y aumentar el rango, en coches como el EX90 es necesario instalar un gran paquete para poder alcanzar autonomías. Sin embargo, la correcta gestión resulta incluso más esencial en sí y de ahí que muchas compañías se centren en el desarrollo de sistemas de control.
Volvo parece haber ido un paso más allá al lograr una tecnología capaz de interconectar cada una de las miles de celdas de la batería. En la ficha de la patente no se recoge específicamente el proceso, pero sí un esquema básico. Al controlar de forma unitaria cada celda, se podrá gestionar de una forma mucho más efectiva los procesos de carga y descarga. La energía sería milimétricamente precisa en su destino para ahondar en un mejor rango de alcance y en un proceso de carga mucho más rápido. Las posibilidades son prácticamente infinitas.
Lo que han hecho los suecos no sólo permitirá un grado de eficiencia nunca visto en un coche eléctrico, sino que una ECU, un ordenador, sería capaz de controlar la batería de forma inteligente mediante el uso de una inteligencia artificial (IA). Obviamente, Volvo no especifica cuándo, cómo o dónde espera aplicar esta revolucionaria tecnología. El borrador de la patente denota que estamos en una fase muy temprana del proyecto, pero tal y como reconocieron hace casi dos años, su esperanza está en alcanzar los 1.000 kilómetros de autonomía real a finales de la década con baterías capaces de superar los 1.000 Wh/L de densidad.