Hace unos días, BYD presentó una nueva suspensión que aumenta la seguridad en la conducción y el confort de la marcha. Suspensiones independientes para cada una de las ruedas que permiten, literalmente, que la carrocería del coche baile sobre ellas o que, incluso, pueda desplazarse solo con tres. Ahora, una patente desvela que Tesla también está trabajando en un sistema similar que, como en el caso del fabricante chino, acabará formando parte de sus coches eléctricos.
Para los más nostálgicos, hablar de la suspensión de un coche evoca los tiempos en los que Citroën se distinguía de su competencia por utilizar un sistema hidroneumático para ajustar la altura del vehículo y mejorar la calidad de la conducción. Fue desarrollada a mediados de la década de 1950 por el ingeniero francés Paul Magès y presentada en 1955 con el mítico Tiburón (Citroën DS) convirtiéndose, a partir de ahí, en un elemento de serie en la mayoría de sus coches.
Las mejoras en la tecnología que llegaron después modificaban un sistema que utilizaba elementos mecánicos para subir y bajar las suspensiones y los circuitos hidráulicos de aire y aceite para controlar las alturas. Con el uso de sensores electrónicos, el sistema podía llegar a controlar la suspensión en tiempo real y ajustarla automáticamente para adaptarse a diferentes condiciones de conducción.
Estas suspensiones han pasado a ser un sistema opcional que se ofrece habitualmente en vehículos premium. La mejora de la tecnología ha permitido subir y bajar la suspensión y cambiar la dureza de los resortes y de la amortiguación entre valores prestablecidos. De esta forma, la posición de las ruedas se modifica continuamente para compensar las irregularidades de la superficie de la carretera.
La patente de Musk
El nuevo sistema de suspensión activa de Tesla representa un gran avance para la tecnología de suspensión de la compañía de Elon Musk. Ha sido revelado en una nueva patente descubierta por CarBuzz tras aparecer en la documentación de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI). Lo que figura en ella demuestra que la nueva suspensión será mucho más sofisticada que las actuales.
Su objetivo es el mismo: cambiar dinámicamente y en tiempo real la longitud de la varilla del amortiguador en función de las condiciones de la superficie de la carretera. Ubicado en la cabeza del amortiguador, un motor actuador utiliza una transmisión por correa para girar un tornillo roscado conectado al eje del puntal. Así se altera efectivamente la longitud del eje del puntal al mover el punto de montaje superior hacia arriba o hacia abajo, lo que permite un control activo sobre la posición de la rueda.
Estos sistemas de control de posición de las ruedas accionados eléctricamente siempre han estado limitados porque demandan mucha potencia eléctrica de la batería para funcionar. Al instalarse en un vehículo eléctrico con una batería de alto voltaje, este problema queda resuelto. Además, para reducir el consumo provocado por las fricciones generadas, los motores eléctricos que mueven las suspensiones cuentan con la ayuda de resortes convencionales y amortiguadores pasivos instalados en serie.
Todos estos elementos de hardware necesitan de lo que realmente es el alma de esta tecnología: el sistema de control. Se trata de un componente clave de este nuevo diseño de suspensión. Los datos analizados por el sistema provienen de sensores de vibración, acelerómetros, sensores de posición de las ruedas y sensores de cabeceo y balanceo. Como es habitual en Tesla, se enriquecerán con toda la base de datos recopilada por su flota de coches eléctricos, lo que se convertirá en una información precisa sobre las condiciones de la carretera a lo largo de la ruta programada.
El conjunto de cámaras que sirven a otros sistemas, como el Autopilot, escanearán la superficie de la carretera que va a atravesar el vehículo inmediatamente para confirmar la previsión de la posición óptima de las ruedas y otras configuraciones de suspensión. Además, permitirá la detección de baches, crestas y surcos anticipadamente y, en respuesta, retraerá la rueda afectada a su alojamiento, reduciendo así la intensidad del impacto. Las longitudes de las varillas de suspensión ajustables dinámicamente también permitirán que el vehículo contrarreste el balanceo de la carrocería sin cambiar la firmeza y eliminará el cabeceo y el agachamiento durante la aceleración y el frenado.
En la actualidad, el Model S y el Model X utilizan un sistema de suspensión adaptativa de aire que puede considerarse bastante convencional y que permite variar la altura y la rigidez de los amortiguadores.
Si bien por ahora tan solo se trata de una patente que no tiene por qué convertirse en una tecnología real, es de esperar que Tesla introduzca esta tecnología en un futuro, al menos como un sistema opcional para las versiones de más alta gama. Al igual que todo el hardware del Autopilot, es muy probable que todos los vehículos que se fabriquen incluyan los elementos mecánicos necesarios para poner en marcha el sistema y estos se activen mediante software, si el propietario lo configura en la compra o lo adquiere con posterioridad.
