Si cogemos cualquier libro de historia nos contará que China y Japón, a pesar de su proximidad geográfica, no han sido los mejores vecinos. La rivalidad entre ambos países es histórica por diferentes motivos, pero, ahora mismo, el cambio en el rol de poder es más que evidente, al menos si hablamos de coches eléctricos. Mientras que la industria japonesa languidece ante la llegada de un nuevo formato de movilidad, China centra toda la atención internacional. Tal es su poder de atracción que Toyota está dispuesta a dar un paso que pocos podrían haber imaginado hace unos años.
Si echamos la vista atrás, vemos que Japón, a pesar de ser una isla pequeña, ha dominado el mundo del automovilismo durante décadas. Firmas como Nissan, Honda, Mazda o Toyota han situado algunos de sus coches entre los mejores del mundo, pero ya no es así. La llegada del coche eléctrico y la falta de adaptación de la industria nipona, están causando estragos en estas compañías. Aunque se afanan en dar el salto, es bastante posible que, cuando quieran hacerlo, sea demasiado tarde. Toyota, como empresa líder, no se puede permitir ese letargo.
La propia compañía ha anunciado oficialmente que quiere revertir la situación sea como sea y eso supone dejar atrás el pasado y unirse a sus vecinos. China tiene el mundo a sus pies, tanto en capacidad de producción como en oferta y en tecnología. Toyota ha anunciado que impulsará el desarrollo de coches eléctricos en China, centrándose principalmente en el software y en la tecnología. La intención es desarrollar coches eléctricos que sean “competitivos”. El resto del mundo debería beneficiarse de este radical cambio de mentalidad tan atípico en Japón.
El primer coche eléctrico de masas de Toyota no ha satisfecho las expectativas de nadie. El Toyota bZ4 ha estado marcado desde su lanzamiento y, aunque ha dado signos de empezar a funcionar, en Japón ya dan por perdidas las esperanzas de que triunfe. Sus principales problemas se centran en la autonomía y en el aprovechamiento de los recursos. El consumo es excesivo y gran parte de la culpa la tiene un software que no sabe sacar el máximo provecho del conjunto. Justo eso es lo que mejor saben hacer en China, así que los ingenieros japoneses irán directamente a la fuente de mayor conocimiento sobre el coche eléctrico.
Otro gran motivo para cruzar el mar de la China oriental es la reducción de costes de producción. Toyota quiere ser competitiva en todos los aspectos, incluido el precio. La fabricación es más barata y permite alcanzar un mayor volumen de trabajo. La guerra de precios ha sido un duro varapalo para las marcas extranjeras, a excepción de Tesla. Los fabricantes chinos pueden vender productos a un menor coste y aún así ganar dinero en el proceso, algo que Toyota, dada la situación actual, no puede hacer. Las urgencias obligan a tomar decisiones como esta.
El CEO de Toyota en China, Tatsuro Ueda, ha comentado abiertamente la situación: “El mercado chino está creciendo a un ritmo sin precedentes. Toyota también trabajará en conjunto, como grupo, para cambiar la forma en que trabajamos y pensamos para sobrevivir en China. Al promover el desarrollo local con IEM by TOYOTA como núcleo, intentaremos desarrollar y ofrecer productos competitivos que puedan satisfacer a los clientes chinos a un ritmo acelerado”. Koji Sato, CEO de Toyota también ha dejado patente la importancia de China: "Necesitamos aumentar nuestra velocidad y los esfuerzos para cumplir firmemente con las expectativas de los clientes en el mercado chino".