El sector marítimo tendrá que electrificarse para cumplir con las regulaciones que restringen las emisiones de NOx y SOx, gases perjudiciales generados por los sistemas de propulsión que utilizan motores de combustión. Entre las diferentes tecnologías viables, las baterías de tracción podrían ser la opción más adecuada para ajustarse de manera económica y técnica a las demandas de potencia, energía y autonomía de los grandes barcos transoceánicos. Sin embargo, no son la única alternativa disponible.
Las mencionadas regulaciones medioambientales que exigen a las empresas navieras ser neutrales en carbono para 2050, y el incremento del coste de los combustibles, obligan a acelerar la eficiencia energética de los grandes buques de carga reduciendo así sus emisiones. Una forma de lograrlo es recurriendo a una tecnología milenaria como las velas.
Los rotores Flettner, precursores de los CoFlow ya se emplearon en 1920 en el Santa Bárbara.
El viento es el mejor aliado de los barcos
Las velas fueron esenciales para la navegación comercial hasta después de la Segunda Guerra Mundial. Su formato provocaba dos problemas que llevaron a prescindir de ellas, más allá de la navegación recreativa, llevando a los grandes buques a emplear vapor y diésel. El primero es que requieren grandes tripulaciones y el segundo es que hacen depender completamente de la idoneidad del viento para lograr velocidad de avance.