China planea invertir más de 6.000 millones de yuanes (casi 800 millones de euros) en un proyecto gubernamental destinado a avanzar en el desarrollo de baterías de estado sólido.
Seis empresas han sido seleccionadas para recibir financiación estatal con el objetivo de trabajar en esta tecnología de baterías de próxima generación, según una fuente con conocimiento directo del asunto.
El gobierno chino busca consolidar el liderazgo de su país en el mercado global de vehículos eléctricos y de baterías, un sector en pleno auge (pese a la desaceleración en ventas de algunos países) en el que el gigante asiático tiene una posición claramente dominante en prácticamente todos los eslabones de la cadena de suministro.
Esto le ha permitido convertirse en el mayor productor de baterías del mundo y el mayor productor de las materias primas como el grafito, el litio o el cobalto. Aunque las mayores reservas de estos materiales están en otros países, como República Democrática del Congo, Australia o Chile, la materia prima se envía a China para su procesado y preparación para utilizarse en baterías. Después, las propias celdas de las baterías se producen también localmente en China.
Entre las empresas seleccionadas para participar en el proyecto se encuentran CATL, el mayor productor de baterías a nivel mundial, y WeLion New Energy Technology, respaldada por Nio y que cuenta ya con baterías de estado semisólido a nivel comercial. Según Reuters, también han sido elegidos BYD, que compite con Tesla por el título del mayor fabricante de coches eléctricos del mundo, así como FAW, SAIC y Geely.
¿Qué son y en qué se diferencian las baterías de estado sólido?
El electrolito de estado sólido son la gran promesa de las baterías para coches eléctricos, una tecnología promete mejorar la seguridad, ofrecer una mayor duración, baterías más pequeñas y ligeras y tener recargas notablemente más rápidas en comparación con las baterías de iones de litio convencionales actuales que utilizan electrolitos líquidos inflamables.
La diferencia principal radica en la composición del electrolito, la parte de la pila que actúa como conductor para que los iones circulen entre el polo positivo (cátodo) y el negativo (ánodo) cuando la batería se carga o se descarga.
Sin embargo, la adopción masiva de esta tecnología aún está lejos debido a los complejos procesos de fabricación, los altos costes resultantes y las limitaciones en la disponibilidad de materias primas que cumplan todos los requisitos necesarios.
Entre las ventajas de utilizar un electrolito sólido en lugar de uno líquido cabe destacar:
- Seguridad mejorada: a diferencia del electrolito líquido, los electrolitos sólidos no son inflamables, reduciendo significativamente el riesgo de incendios y explosiones.
- Mayor duración: estas baterías pueden soportar más ciclos de carga y descarga antes de degradarse, lo que prolonga la vida útil de la batería y, por ende, del vehículo.
- Mejor carga rápida: las baterías de estado sólido pueden admitir tasas de carga más altas, permitiendo una carga mucho más rápida en comparación con las baterías de iones de litio.
- Densidad energética mucho mayor: ofrecen una mayor densidad energética, lo que significa que pueden almacenar más energía en el mismo espacio. Esto permite aumentar la autonomía del vehículo con una batería del tamaño actual, o bien tener la misma autonomía con baterías más pequeñas y ligeras.
Además de la complejidad para producirlas en serie y el alto coste que supone, hay otro desafrío y es encontrar el material adecuado para los electrólitos sólidos. Este material debe cumplir toda una serie de especificaciones para que funcione de manera eficiente, sea asequible y evite reaccionar con el litio. Debe tener una elevada conductividad iónica, gran estabilidad electroquímica, una alta resistencia en interfaz electrólito-cátodo y buena resistencia a la formación de dendritas.