Los fabricantes chinos que comercializan sus coches eléctricos en el mercado europeo y estadounidense son cada vez más numerosos. Por ahora, y en la mayoría de los casos, ofrecen un producto que compite en los segmentos premium con un precio elevado que no está al alcance de muchos compradores. Es el caso de NIO, BYD, Aiways o Lynk & Co. Sin embargo, estas mismas firmas tienen previsto asaltar el segmento del mercado más asequible, bien con coches más modestos bien con otras marcas de su propiedad. El ejemplo de MG ya es una realidad. Por ahora, los fabricantes occidentales no pueden competir contra sus coches eléctricos económicos.
En este escenario, uno de los argumentos que más se escucha contra este producto llegado desde el Gigante Asiático es la baja calidad. Su control de la producción no es tan riguroso como el europeo. Los interiores, austeros, envejecen rápidamente. Sus baterías son pequeñas, ofrecen poca autonomía y se degradarán con rapidez. Pero, estas premisas ¿son reales o son prejuicios que provienen de la imagen que tienen muchos productos chinos de poco valor?
¿Un jarro de agua fría?
Sandy Munro, uno de los expertos más respetados por la industria estadounidense (y también europea), especialista en ingeniería inversa, ha dado su opinión respecto a esta cuestión. Lo ha hecho respondiendo a las preguntas que le hicieron en octubre en el TeslaCon Florida 2022, un evento organizado por un club de propietarios de Tesla.
Tras su intervención, en la sesión de preguntas y respuesta posterior, surgió la cuestión de la esperada llegada de una ola de fabricantes chinos de vehículos eléctricos a Estados Unidos. Según el propio Munro, en 2030, se espera que un tercio de los automóviles que se vendan allí provenga del país asiático. ¿Será un automóvil más barato o de menor calidad que pueda ofrecerse a un precio que todos podrán pagar?
La respuesta de Munro no fue, probablemente, la que esperaba la mayoría de su auditorio. "Tengo uno de sus coches en la oficina". Así arrancaba su argumentación. Explicó que ha trabajado con las empresas chinas que aspiran a operar en el mercado estadounidense, entre ellas, BYD, Beijing Automotive, NIO o Geely.
Estas empresas cuentan con talleres de más de 500 personas que, de manera escalonada, acudían a sus clases de formación para aprender a manejar las mismas técnicas de producción que se emplean en occidente. Trabajadores que se centran única y exclusivamente en vehículos eléctricos: "Estos profesionales llevan mucho más tiempo trabajando en vehículos eléctricos que los de América del Norte o Europa", añadió Munro.
Pero su argumento no finaliza en esa percepción de que, en realidad, la ventaja competitiva la tienen ellos. Hay otra razón, geopolítica, que está por encima de la calidad de los vehículos. Los materiales con los que se fabrican las baterías, el litio, el cobalto, el níquel o bien provienen de China o bien pasan por allí para su tratamiento. Si mediante normativas y legislaciones, sus marcas no son bien recibidas en el mercado estadounidense o en el europeo, "el gobierno chino podría bloquear el camino a los fabricantes occidentales cerrando la cadena de suministro".
Este es el vídeo, en inglés, de la respuesta de Sandy Munro: