El níquel es un material de vital importancia en la fabricación y composición de las baterías de los coches eléctricos. Esto supone que cuanto mayor sea la demanda de estos vehículos, mayor deberá ser el suministro de esta materia prima, algo que no está tan claro que pueda llegar a ser posible, pudiendo quebrarse el mercado al verse superada la demanda frente a la oferta. Esta predicción ha sido publicada en un informe de Rystad Energy.
Según el mencionado informe, esto podría suceder en el año 2024, cuando la demanda mundial de níquel aumente de los 2,5 millones de toneladas actuales a los más de 3,7 millones de toneladas que se prevén para entonces. Algo que supondría un desbordamiento de los suministros disponibles actualmente. Esta enorme brecha entre la alta demanda y la baja disponibilidad del material se irá acrecentando conforme el tiempo vaya pasando y mayor sea la fabricación y venta de vehículos que porten baterías eléctricas.
A día de hoy, la mayor demanda mundial de este material está protagonizada por la industria del acero inoxidable, la cual copa un total del 70% del mercado actual frente al apenas 10% de la industria de baterías. El aumento de la demanda de este material para la fabricación de baterías hará que se supere la oferta del mismo, algo que se acusa directamente al aumento de la producción de vehículos eléctricos.
A la izquierda: oferta de níquel (línea negra) vs demanda prevista (línea roja). A la derecha: evolución de demanda de níquel para baterías (azul) vs otras industrias.
Al mermar la balanza de la oferta y la demanda del níquel, muchos fabricantes de automóviles se verían obligados a extraer este material de depósitos poco activos, algo que repercutiría directamente en importantes problemas ambientales o sociales para las zonas de explotación, lo que también supondrá un aumento en los costes de fabricación de baterías y, por ende, un incremento en la factura final de los coches eléctricos.
La escasez de níquel supondrá de forma directa una posible motivación para los diferentes fabricantes de cara a investigar y desarrollar nuevos componentes químicos para sus futuras baterías. Materiales o composiciones químicas alternativas como el LFP (fosfato de hierro y litio) o los iones de sodio. Marcas como BYD ya se han sabido adelantar a este futuro acontecimiento y ha confirmado que ninguna de las baterías de sus modelos eléctricos contienen níquel. Otro conocido modelo que ya presumió en su día de eliminar un alto porcentaje de esta materia prima de la composición de su almacén energético fue el Tesla Model 3, alcanzando niveles nunca antes vistos en un modelo de producción en serie.
La anticipación de esta posible futura crisis ya fue adelantada por Bloomberg New Energy Finance durante el pasado año 2019, cuando publicaron un informe donde hacía mención al importante crecimiento en la demanda de este material, el cual se esperaba que se multiplicase hasta 16 veces para el año 2030, siendo culpable de más de la mitad de esa demanda, los propios fabricantes de coches eléctricos.