Los aranceles impuestos por Bruselas a todos los coches eléctricos procedentes de China están causando un desequilibrio en el mercado. Si bien las marcas todavía no han repercutido en los precios el aumento de las tasas portuarias, saben que no pueden mantener esa apuesta durante mucho más tiempo. Las autoridades y los fabricantes chinos están interesados en las cada vez más numerosas fábricas europeas que ya han cerrado o están a punto de cerrar. Especialmente atractivas son las que el Grupo Volkswagen planea dejar atrás. Así lo informan varias fuentes relacionadas recogidas por Reuters.
Los chinos tienen planes muy ambiciosos para su conquista europea. Cada vez son más las marcas que se ven atraídas por las normativas vigentes en el Viejo Continente. Ni siquiera la subida de los aranceles parece haber afectado a sus intereses, aunque sí es cierto que las estrategias están cambiando. Cada vez son más los fabricantes que buscan producir en suelo europeo para así no tener que pagar impuestos especiales. Construir una fábrica desde cero es muy caro y no todas marcas quieren o pueden lanzarse a semejante aventura. Comprar una fábrica ya construida es una solución mucho más práctica y barata.
China busca identificar sus coches bajo el eslogan: ‘Made in Germany’
En Europa reina un ambiente de pesimismo. Los cierres y las reducciones de producción son parte del día a día de la industria. La compra de una fábrica permitiría a China ganar influencia en la preciada industria automotriz alemana, hogar de algunas de las marcas de automóviles más antiguas y prestigiosas del mundo. Casi todas las marcas tienen en Alemania su sede europea. Muchas han invertido en una amplia variedad de industrias en Alemania, la mayor economía de Europa, desde telecomunicaciones hasta robótica, pero aún no han establecido allí una fabricación tradicional de automóviles, a pesar de que Mercedes-Benz tiene dos grandes accionistas chinos, BYD y Geely.
Fijar la producción en Europa no sólo les evitaría pagar más impuestos, sino que podría poner en jaque el mercado continental. Al ahorrarse las tasas y al reducir los costes derivados del transporte, los precios de los coches chinos podrían reducirse significativamente, lo que alteraría el estado actual del mercado y pondría en jaque los intereses comerciales de las marcas europeas, incapaces de pelear en la misma franja económica. Las fábricas que Volkswagen quiere cerrar ofrecen instalaciones de primer nivel que pueden ser fácilmente reacondicionadas para otro tipo de vehículos y marcas. En España ya contamos con un caso similar. El año pasado, Chery se hizo con el control de las viejas instalaciones de Nissan en la Zona Franca de Barcelona.
Si bien las ofertas podrían provenir de empresas privadas, estatales o conjuntas con empresas extranjeras, las autoridades chinas se reservan el derecho de aprobar ciertas inversiones en el extranjero y probablemente participarían en cualquier oferta desde el principio, lo que a su vez reduciría el gasto para las marcas. Las fuentes consultadas por el ya mencionado medio aseguran que las decisiones de inversión dependerán de la postura que adopte el nuevo gobierno alemán (hay elecciones el próximo mes de febrero) para con China. Durante los 16 años de mandato de Angela Merkel, ambos países han mantenido una excelente comunicación, impulsada por las inversiones y las exportaciones de los fabricantes de automóviles alemanes a China.