La industria del automóvil cada vez está más relacionada con la de la tecnología. Los coches se han convertido en centros multimedia con ruedas y cada vez son más fabricantes de software y hardware los que se animan a dar el salto al mundo del motor. Xiaomi lo ha hecho por cuenta propia, Huawei se ha asociado con distintas marcas, Sony ha llevado a cabo una alianza con Honda y ahora es el fabricante de iPhone el que va a dar el paso.
Conocido popularmente como Foxconn, su denominación oficial es Hon Hai Precision Industry Co. y es una empresa de origen taiwanés que lleva ya un tiempo peinando el mercado en busca de su oportunidad para ampliar miras.

La historia de Foxconn con el mundo del automóvil
A finales de 2024, en el mes de diciembre, fue cuando saltó la noticia de que estaba sopesando adquirir parte de las acciones de Nissan para conseguir su propósito, justo cuando se puso sobre la mesa la posibilidad de que ésta llevara a cabo una fusión con Honda. Sin embargo, el acuerdo finalmente no se llevó a buen puerto.
Y es que, aunque las intenciones de la compañía han adquirido fuerza en los últimos meses, la empresa ya lleva unos años jugando con la idea, siendo el mejor ejemplo de ello el hecho de que entre 2021 y 2022 presentó cinco prototipos distintos, que fueron seguidos del anuncio de empezar a fabricar el primero de ellos en 2023.
Aunque no siguió esa hoja de ruta al pie de la letra, no significa que el fabricante haya cesado en sus intenciones y, de hecho, afirma estar preparado para emprender el camino por sí mismo.

Foxconn está lista para empezar su aventura
Según recoge Automotive News, la firma llevó a cabo una rueda de prensa recientemente en la que estuvieron presentes otros fabricantes del sector. En ella tomó la palabra Jun Seki, uno de los ejecutivos top de la empresa y que también tuvo un cargo de responsabilidad en Nissan, quien habló de los planes inmediatos y a corto plazo de la empresa.
Ha confirmado que va a lanzar dos coches eléctricos para el mercado estadounidense, pero es solo el primer paso de una expansión global que también les llevara a otros mercados. De hecho, en la primera oleada de modelos está previsto que aparezcan un SUV compacto, un SUV medio, un sedán medio y dos furgonetas de distintos tamaños.
No se ha concretado qué coches en concreto serán, pero se puede elucubrar dados los prototipos que se han mostrado años atrás.
El caso más obvio parece el del crossover medio, puesto que desde hace un tiempo ya produce para el mercado local taiwanés el Luxgen N7, que está basado en su concept Model C y se importará en Estados Unidos en el último trimestre del año. Durante la segunda mitad de 2025 año se lanzará también en Taiwan la furgoneta basada en el Model B y para la segunda, basada en el Model D, habrá que esperar hasta 2027.
El formato en que los comercializará no será el habitual en la industria, pero sí que corresponderá con su modus operandi en el mercado tecnológico: su intención es la de diseñar y fabricar sus propios coches, pero no venderlos con su nombre, si no ofrecérselos a terceras marcas para que sean ellas las que los comercialicen.
De hecho, siguen buscando aliarse con marcas japonesas, entre las que ya se encuentra Mitsubishi. Seki lo confirmó, pero no quiso entrar en detalles. Lo que sí hizo fue señalar que “los fabricantes de automóviles japoneses son planificadores cuidadosos, y lo entendemos, pero también son muy rápidos. Podemos hacer las cosas más rápido si entendemos bien la prudencia japonesa”.
Esto hizo que durante el encuentro saliera a colación un tema importante, especialmente dado el actual clima de aranceles existentes en las distintas regiones: la producción.
Al ser preguntado al respecto, Seki habría respondido: “Es correcto fabricarlos en el mercado donde se venden. Pero es ineficiente sin una cierta cantidad de unidades, por eso las estamos fabricando en Taiwán ahora como medida transitoria”.
Es un movimiento lógico, especialmente si se tiene en cuenta que uno de los primeros países a los que quiere llegar es a Estados Unidos. Actualmente cuenta con unos aranceles del 25% para automóviles fabricados fuera de sus fronteras, que suben a un 100% en el caso de tratarse de vehículos chinos.
Para evitar una barrera de entrada inicial así, contar con plantas dentro de EE.UU. le permitiría librarse de los aranceles y así no empezar su camino con un extra de dificultad añadida.
De hecho, Foxconn cuenta con la ventaja de que no es una marca china, pero sí trabaja con muchas empresas de aquel país, así que puede ejercer de intermediador para introducir coches chinos en mercados que actualmente han levantado impuestos contra ellos.