Durante el transcurso de la historia, han ocurrido diferentes cambios climáticos, que se pueden categorizar en dos tipologías principales: los ciclos climáticos naturales, como las glaciaciones y los períodos interglaciares, que se han desarrollado durante millones de años, y los cambios más recientes, vinculados al cambio climático antropogénico, originado por las acciones humanas.
Se estiman cinco períodos glaciales importantes en los últimos 800.000 años, caracterizados por la expansión de los casquetes polares y temperaturas más frías, seguidos de períodos interglaciares más cálidos, como el que estamos experimentando actualmente. El calentamiento global causado por las actividades humanas ha sido una tendencia notable en los últimos siglos, con un aumento significativo de las temperaturas globales desde la Revolución Industrial.
Incumpliendo el Acuerdo de París de 2015
Las emisiones de gases de efecto invernadero, la deforestación, la urbanización y otras actividades humanas han alterado el equilibrio climático del planeta. Entre otros efectos, los resultados son cambios significativos en los patrones climáticos, el aumento de las temperaturas globales, las pérdidas en los casquetes polares.
Aunque la información recopilada mediante instrumentos solo se remonta hasta aproximadamente 1850 y la mayoría de los registros se concentran en regiones específicas, el 2023 aparecía como el año con las temperaturas más altas jamás registradas. Ahora, utilizando datos climáticos históricos obtenidos de los anillos de árboles que se han formado durante dos milenios, los investigadores de la Universidad de Cambridge y la Universidad Johannes Gutenberg de Mainz han evidenciado lo que ha ocurrido en el verano de 2023.
Los hallazgos han sido divulgados en la revista Nature. Indican que en el hemisferio norte se ha excedido el límite establecido por el Acuerdo de París de 2015 para limitar el calentamiento global a 1,5 °C por encima de los niveles preindustriales.
Incluso considerando las variaciones climáticas naturales que se han producido a lo largo de cientos de años, el verano de 2023 se mantuvo como el más caluroso desde el apogeo del Imperio Romano, superando los extremos de la variabilidad climática en medio grado Celsius.
En su comunicado, el profesor Ulf Büntgen, del Departamento de Geografía de Cambridge, explica que "al examinar la larga trayectoria histórica, se hace evidente lo dramático que resulta el reciente calentamiento global. El año 2023 fue excepcionalmente cálido, y esta tendencia persistirá a menos que tomemos medidas drásticas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero".
Los datos obtenidos de los árboles
Los primeros registros instrumentales de temperatura, que abarcan desde 1850 hasta 1900, son limitados e inconsistentes. Los científicos los han comparado con los obtenidos de los anillos de los árboles descubriendo que la temperatura de referencia del siglo XIX, utilizada para contextualizar el calentamiento global, es varias décimas de grado Celsius más baja de lo que se había estimado previamente. Al ajustar esta línea de base, calcularon que las condiciones del verano de 2023 en el hemisferio norte fueron 2,07 °C más cálidas que las temperaturas medias del verano entre 1850 y 1900.
"Muchas de las conversaciones sobre el calentamiento global están vinculadas a una temperatura de referencia de mediados del siglo XIX, pero ¿por qué se elige esta temperatura como referencia? ¿Qué se considera normal en un clima que está en constante cambio cuando solo tenemos 150 años de mediciones meteorológicas?", se pregunta Büntgen. "Solo al analizar las reconstrucciones climáticas podemos comprender mejor la variabilidad natural y contextualizar adecuadamente el cambio climático antropogénico reciente".
Los anillos de los árboles pueden brindar ese contexto, ya que ofrecen información precisa sobre las temperaturas anualmente. Al utilizar cronologías de anillos de árboles, los investigadores pueden observar mucho más lejos en el tiempo sin la incertidumbre asociada a algunas mediciones instrumentales recientes.
Los datos disponibles sobre los anillos de los árboles revelan que la mayoría de los periodos más fríos de los últimos 2.000 años, como la Pequeña Edad del Hielo Antigua en el siglo VI y la Pequeña Edad del Hielo a principios del siglo XIX, fueron consecuencia de grandes erupciones volcánicas ricas en azufre.
Estas erupciones expulsaron grandes cantidades de aerosoles a la estratosfera, lo que provocó un enfriamiento rápido de la superficie. Por ejemplo, el verano más frío de los últimos dos mil años, en el año 536 d.C., ocurrió después de una erupción de este tipo y fue 3,93 °C más frío que el verano de 2023.
Las previsiones de 2024 son todavía peores
La mayoría de los periodos más cálidos registrados en los datos de los anillos de los árboles pueden atribuirse al patrón climático conocido como El Niño o El Niño-Oscilación del Sur (ENOS). El fenómeno de El Niño afecta el clima a nivel mundial debido al debilitamiento de los vientos alisios en el Océano Pacífico, lo que da como resultado en veranos más cálidos en el hemisferio norte. Aunque los eventos de El Niño fueron observados por primera vez por los pescadores en el siglo XVII, su influencia se puede rastrear mucho más atrás en el tiempo mediante el análisis de los datos de los anillos de los árboles.
En los últimos 60 años, el calentamiento global inducido por las emisiones de gases de efecto invernadero está intensificando los fenómenos de El Niño, lo que conlleva a veranos más cálidos. Se prevé que el episodio actual de El Niño persista hasta principios del verano de 2024, lo que sugiere que es probable que este verano vuelva a establecer récords de temperatura.
"Si bien es cierto que el clima siempre está en constante cambio, el calentamiento experimentado en 2023, impulsado por los gases de efecto invernadero, será aún más pronunciado debido a las condiciones de El Niño: olas de calor más prolongadas y severas, así como en períodos prolongados de sequía", afirma el profesor Jan Esper, autor principal del estudio realizado en la Universidad Johannes Gutenberg de Mainz en Alemania. "Al observar el panorama general, se hace evidente la urgencia de reducir de manera inmediata las emisiones de gases de efecto invernadero".
Los investigadores destacan que, aunque sus resultados son sólidos para el hemisferio norte, obtener promedios globales para el mismo período resulta difícil debido a la escasez de datos en el hemisferio sur. Además, el hemisferio sur responde de manera diferente al cambio climático, en parte debido a su mayor superficie oceánica en comparación con el hemisferio norte.