Los coches eléctricos son unos grandes desconocidos para muchos. Tanto es así que, para ciertos sectores, suponen una amenaza por el cambio de paradigma que representan. Por eso, es fácil poner sobre la mesa rumores no demostrados y dudosas comparaciones con los actuales coches de combustión que tratan de confundir a los compradores.
Hace unos meses, circulaban rumores que sugerían que los costes de reparación de Tesla eran muy superiores a los de los térmicos. Un análisis de los datos realizada por Highway Loss Data Institute (HLDI) ha querido saber la verdad de estas afirmaciones.
El desguace
A principios de 2023, muchas aseguradoras mostraban su preocupación por el alto porcentaje de vehículos eléctricos que, a pesar de su bajo kilometraje y su menor tasa de accidentes, acababan en un desguace porque los propietarios no podían asumir el coste de reparación de sus baterías. Los modelos de Tesla se vieron especialmente afectados por estas sospechas.
Sin embargo, los números contradicen estas suposiciones. El estudio de HLDI muestra que, una vez analizadas “las reclamaciones de indemnización que se presentan en Estados Unidos, los coches de combustión tienen tres veces más probabilidad de terminar destruidos tras un accidente que los vehículos eléctricos”.
Los coches térmicos alcanzan una tasa de desguace del 18,4% tras un accidente frente a la del 6,1% de los vehículos eléctricos. Además, la factura de reparación de estos tampoco es superior a la de un coche de combustión comparable. Los datos de instituto muestran que, de media, la reparación de un modelo eléctrico cuesta sólo un 2% más.
El estudio se centra en particular en el Hyundai Kona y el Volvo XC40, que cuentan con una versión 100% eléctrica y una versión térmica bajo la misma carrocería. En ambos casos, la versión de gasolina es la que "tiene más probabilidades de acabar en un desguace tras un accidente". Como consecuencia, el informe asegura que los coches eléctricos “están muy lejos de los costes irrazonables de los que hablan algunas aseguradoras”.
El incremento de los costes de reparación
En realidad, el problema no proviene de los coches eléctricos. Según Matt Moore, vicepresidente senior de HLDI, "el coste de reparación de un modelo de última generación ha aumentado un 30% en tres años". A finales de 2023, el importe medio de una reclamación reparable alcanzaba en Estados Unidos la "cifra récord de 5.000 dólares".
Por lo tanto, el culpable no ha sido el coche eléctrico. La industria del automóvil se ha transformado, pero no solo hacia la electrificación. Los vehículos son cada vez más “complejos y lujosos”. Así, por ejemplo, los nuevos sensores y tecnologías relacionadas con la seguridad son extremadamente caras de reparar. Otra circunstancia que repercute también en el aumento de los costes de reparación es el incremento de las ventas de modelos tipo SUV.
"La arquitectura digital moderna es tan avanzada que los sistemas se interrumpen más allá del punto de impacto", dice Ryan Mandell, gerente de Datos de Reclamaciones en Mitchell, un proveedor de software para aseguradoras. "Devolver un automóvil al estado en que se encontraba antes del desastre es más difícil hoy que en cualquier otro momento de la historia, y solo empeorará”. Por tanto, no son las reparaciones de los coches eléctricos las que cuestan más, sino simplemente la evolución del parque de vehículos.
Cuando un vehículo eléctrico sufre un accidente, su punto débil suele ser su batería. En estos casos, las compañías de seguros aplican “una política de prudencia” y deciden cambiar toda la batería. El coste de reparación de los modelos eléctricos, entonces, aumenta. Sin embargo, rara vez es necesario sustituirla por completo.
Pero si los peritos tienen dificultades para comprobar el estado de la batería, las compañías de seguros pueden exigir un reemplazo completo. El precio de una batería puede ser de 10.000, 15.000 o incluso 20.000 euros. Esta estrategia es “una aberración, tanto económica como ecológica, así que todavía queda mucho trabajo por hacer”.