Si bien Europa se ha erigido como el defensor mundial de la movilidad sin emisiones, los políticos no parecen tener muy claro cómo aplicar su agenda sostenible. Hace ya dos años que Bruselas aprobó la prohibición de vender vehículos de combustión a partir del 2035. Una medida drástica que tuvo el respaldo de las marcas. El coche eléctrico es el futuro si nada cambia. La flota EV seguirá creciendo rápidamente en el Viejo Continente, aunque ahora mismo las cifras de matriculaciones no reflejan ese espíritu. El Parlamento quiere introducir una enmienda que no ha gustado nada a Oliver Zipse, el máximo responsable de BMW.
Es más que evidente que Europa no ha seguido una línea clara y definida con respecto a la agenda de movilidad. Los planes siempre han sido especialmente ambiciosos. Hoy las cifras de ventas demuestran que a falta de un cambio de rumbo positivo, será casi imposible transformar el parque de vehículos por completo, no sin que la flota se envejezca considerablemente. El caso más notable y cercano es el de España. Con una cuota eléctrica por debajo del 5% y una antigüedad media por cada turismo de más de 15 años. No todos los mercados sufren el mismo problema, pero Europa busca soluciones que puedan contentar a todos los estados miembro.
Los constantes cambios de opinión de Europa afectan a los mercados
El planteamiento es harto complicado pues cada mercado lleva su propio ritmo. Tras las elecciones generales europeas celebradas el pasado mes de julio, Ursula von der Leyen, reelegida como máxima responsable del continente, abrió la puerta a posibles enmiendas a la normativa de 2035. La parlamentaria anunció que los combustibles electrónicos, los denominados e-fuels, podrían tener la misma consideración que los coches eléctricos a partir de la fecha crítica. Esto supone un cambio de rumbo muy drástico que afecta a las estrategias de las compañías. Estrategias que cuestan miles de millones de euros.
Algo semejante ha pasado con la norma Euro 7 y sus constantes retrasos de aplicación. Ante esta nueva situación, Oliver Zipse, máximo responsable del Grupo BMW ha sido bastante crítico con el hecho de introducir los combustibles electrónicos como exención a la senda eléctrica, tachándolos de una “solución falsa”. Así mismo, Zipse declara que si realmente Europa piensa en los combustibles alternativos de cero emisiones como una medida real, Bruselas debe respaldar su decisión con inversiones. Muchas empresas llevan años apostando por el desarrollo, entre ellas Porsche y todo el Grupo Stellantis.
El conglomerado liderado por Carlos Tavares ya dejó claro que más de 28 millones de motores están listos para recibir, en cualquier momento, los todavía carísimos combustibles sintéticos. Sin embargo, es lógico que las marcas se quejen. Europa no hace más que dar palos de ciego e improvisar sobre una normativa que afecta a millones de trabajadores, a miles de empresas y a decenas de millones de conductores. Los clientes necesitan estabilidad, una agenda clara, definida y real que les permita tomar una solución segura a la hora de cambiar de coche. Muchos conductores están dilatando la compra de un coche nuevo a expensas de las decisiones tomadas desde Bruselas.