Tras tres años sin celebrarse una de las grandes ferias del automóvil a escala mundial, el Salón de Shanghái ha abierto sus puertas para demostrar el tremendo potencial de la industria del automóvil local. China ha pasado de ser un país sin apenas empresas automovilísticas a liderar la revolución de la movilidad sostenible. Las razones son muchas y el cambio en el statu quo está provocando un gran terremoto en una de las industrias más conservadoras del mundo. China demuestra que puede arrasar y Europa sufre las consecuencias de las políticas mal aplicadas.
El Viejo Continente quiere convertirse en el paladín de la sostenibilidad y las cero emisiones en el campo del transporte por carretera. A partir de 2035 estará totalmente prohibido vender coches de combustión, aunque se ha permitido la excepcionalidad de los combustibles sintéticos. Sin embargo, estos no van a suponer un gran cambio para los conductores normales y corrientes ya que no parece que la producción de combustibles sostenibles vaya a ser el remedio a todos los problemas. Eso deja al coche eléctrico como la única alternativa posible.
Si bien el fin es prometedor, las prisas pueden suponer un duro varapalo para las empresas del sector en Europa. La industria de la automoción representa una parte importante de la red empresarial europea y esta tiembla ahora ante la llegada del gigante chino. En los últimos años, el desembarco de modelos y marcas se han sucedido con cuentagotas, pero en los próximos años será masivo. Los chinos han visto un nicho comercial que los fabricantes europeos no pueden o no quieren atacar: los coches eléctricos baratos. Su potencial es enorme a tenor de las cifras que se manejan.
Numerosas voces autorizadas dentro de la industria advierten de los riesgos de este cambio de rumbo. Patrick Koller, director ejecutivo de Faurecia, una de las mayores empresas proveedoras de componentes, ha declarado a Reuters que Europa es un “carril abierto” para los fabricantes de automóviles chinos. “Creo que un automóvil atractivo para los consumidores chinos será un automóvil atractivo para un consumidor europeo”. Europa siempre ha sido considerada como la región comercial más exigente y difícil. Los conductores están acostumbrados a un nivel de calidad superior al estándar de la industria.
Los consumidores chinos también han evolucionado rápidamente en cuanto a exigencia y calidad. El surgimiento de marcas como BYD, NIO o Xpeng demuestra que China no sólo es capaz de producir coches eléctricos, sino que también son capaces de hacerlos bonitos, equipados y con calidad. Todo ello por un precio bastante razonable que las marcas europeas tienen muy difícil igualar. El propio Koller ha reconocido que la “fantástica ventaja competitiva de los fabricantes chinos" les permitirá vender más de un millón de coches eléctricos en Europa, lo que equivale a un 8% del mercado total del año 2022.
El precio es un factor de compra decisivo y más a la hora de comprar un eléctrico. Tesla es la única que juega en su liga particular, como bien demuestra el éxito del Tesla Model Y. Sin embargo, si realmente se quiere aplicar la movilidad eléctrica de forma masiva es necesario ofrecer productos atractivos a precio razonable. Es ahí donde China tiene un carril abierto que la industria europea por ahora no es capaz de satisfacer. El ejemplo más claro es el BYD Seagull recién presentado. Un urbano eléctrico con buena autonomía y equipamiento que puede estar disponible por menos de 20.000 euros sin ayudas. Otro formato interesante es el MG Cybester. Un deportivo roadster casi único en concepto y presentación.