La prohibición de los coches con motor de combustión a partir de 2035 es algo para lo que muchos grandes fabricantes llevan años preparándose. Es la tendencia necesaria de cara a reducir las emisiones de carbono en toda la Unión Europea. Eso no quita para que sea un cambio de notables proporciones para la industria, habida cuenta de todo lo que significa un negocio tan grande, pero para Volkswagen hay otro problema más acuciante: la escasez de baterías para los coches eléctricos.
El director financiero del Grupo Volkswagen, Arno Antlitz, ha afirmado que el objetivo de la Unión Europea de eliminar los coches con motor de combustión para el año 2035 «es un reto», pero no es tan difícil como el de conseguir suficientes baterías para alimentar sus sustitutos: los coches eléctricos. Para el directivo alemán, esto será un obstáculo más difícil de sortear en los próximos años.
Los países miembros de la Unión Europea han llegado a un acuerdo para prohibir los coches con motor de combustión a partir de 2035. Más concretamente, los coches vendidos nuevos no podrán emitir dióxido de carbono (CO2), lo que supone de facto que tendrán que ser coches eléctricos de batería o de hidrógeno. Sin embargo, a última hora se ha incluido la posibilidad de que puedan venderse coches con motor de gasolina y diésel más allá de 2035 a condición de usar combustibles sintéticos. El acuerdo alcanzado en Luxemburgo se produjo tras más de 16 horas de negociaciones en las que Italia, Eslovaquia, Bulgaria, Portugal y Rumanía querían retrasar la medida hasta 2040.
Para fabricar combustibles sintéticos se captura CO2 de la atmósfera, y por tanto se compensa su huella de carbono. Sin embargo, esto no soluciona uno de los grandes problemas que tienen hoy en día las ciudades: la contaminación del aire. Aunque las emisiones totales de CO2 se compensen, un coche que queme combustible sintético sigue emitiendo gases a la atmósfera de manera directa por el tubo de escape.
En una entrevista en la conferencia Reuters Automotive Europe ayer miércoles, Antlitz dijo que es «un objetivo ambicioso» pero desde Volkswagen creen que es «factible» de conseguir. No es para menos, teniendo en cuenta las multimillonarias inversiones del grupo alemán en movilidad eléctrica, de las más cuantiosas del sector. De hecho, Volkswagen tiene previsto dejar de vender coches con motor de combustión en Europa en el año 2030, cinco años antes de la fecha límite de la Unión Europea.
Según Arno Antlitz, «el mayor desafío no es escalar las fábricas de automóviles. Lo más desafiante será escalar la cadena de suministro de baterías». La escasez de materias primas como litio, níquel, manganeso o cobalto podría frenar la implantación masiva de los vehículos eléctricos. Hay riesgo de que la oferta de baterías no sea suficiente para abastecer la demanda de coches eléctricos. Otra posible consecuencia es que los coches sean más caros, consecuencia de los incrementos de precio de las materias primas.
Aunque los principales fabricantes de automóviles se están apresurando en asegurarse el suministro de baterías y las materias primas necesarias, podría acabar siendo un problema. El consejero delegado de Stellantis, Carlos Tavares, dijo el mes pasado que prevén que la escasez de baterías para vehículos eléctricos afecte a la industria automovilística hasta 2025 o 2026, ya que los fabricantes seguirán aumentando las ventas de vehículos eléctricos pero todavía no tendrán listas las nuevas fábricas de baterías (la mayoría de las grandes fábricas de baterías proyectadas en Europa tienen previsto iniciar su producción a partir de 2024-2025).
El precio de las baterías había estado disminuyendo año tras año en la última década, pero la tendencia ha revertido este año y podría durar varios años. Esto unido a los mayores costes de la energía y el encarecimiento del transporte, ha provocado un incremento en los precios de los modelos nuevos que en algunos casos como el Ford Mustang Mach-E supera el 22%.