Stromer es una marca suiza de bicicletas eléctricas fundada en 2009 que ha ganado reconocimiento por su calidad y rendimiento. Su producto, de alta gama, está enfocado al diseño, la tecnología y el confort del ciclista. Sus sistemas de asistencia eléctrica son potentes y eficientes, de modo que sus bicicletas entran en la categoría S-Pedelec que, por ahora, no son legales en la mayoría de países de Europa.
Cuentan con un motor de más de 250 W y asistencia hasta los 45 km/h, de manera que están clasificados como ciclomotores en la categoría L1e-B en la Unión Europea. Por ahora, su mercado se limita a Estados Unidos, donde se clasifican como bicicletas eléctricas de Clase 3, o a países como Suiza, donde la normativa es diferente y se engloban en la categoría L1e-A, en la que, sujetas a ciertas regulaciones, sí pueden circular por vías públicas. Para alimentar estos sistemas de asistencia, Stromer necesita acompañarlos de baterías de alta capacidad.
La generación actual de bicicletas eléctricas de Stromer puede alcanzar autonomías de entre 120 y 260 km con unas baterías que necesitan entre 3,7 y 7 horas en cargarse. Un tiempo excesivo, por lo que el fabricante ya está trabajando para reducirlo. La solución la ha encontrado un paquete de baterías en estado sólido que podría reducir drásticamente esos tiempos.
De esta forma, los ciclistas podrían recuperar toda la energía necesaria para seguir pedaleando en apenas unos minutos. Además de tiempos de carga más rápidos y mayor seguridad, las baterías de estado sólido cuentan con una mayor densidad de energética lo que se traduce en mayores autonomías o paquetes de baterías más pequeños y livianos.
"La batería de cerámica de estado sólido es nuestro santo grial", aseguró el director ejecutivo de Stromer, Tomi Viiala. "Esta nueva tecnología puede proporcionar muchos beneficios en el futuro, particularmente en términos de seguridad y velocidad de carga, que será alrededor de 10 veces más rápida que para una batería de litio actual", añadió.
Stromer trabaja, además, en conseguir que esta nueva tecnología de baterías sea capaz de recargarse a temperaturas muy bajas, hasta -20 °C (-30 °C en el futuro, con el objeto de que las bicicletas sean funcionales en territorios donde se utilizan todo el año, no solo en verano).
En cuanto a los tiempos de carga, Stromer se ha puesto como objetivo reducir la carga completa a 20 minutos, de manera que una parcial, más realista, no supere los 12 minutos. Asumiendo que el ciclista se desplaza en recorridos donde la carga es accesible, una tasa tan rápida permitiría reducir la necesidad de montar baterías grandes con mucha autonomía, puesto que se podría recuperar en el tiempo en que se tarda en ir al baño.
Stromer admite que su batería de estado sólido con electrolito cerámico todavía está lejos de producción. Sin embargo, fue capaz de mostrar un prototipo funcional el mes pasado, durante la celebración de Eurobike. Para lograrlo, ha colaborado con el fabricante taiwanés de baterías para bicicletas eléctricas TD Hitech Energy.
Una vez centrado el aspecto tecnológico, los ingenieros tienen que encontrar la forma de reducir los costes de producción y lograr las cifras apropiadas de rendimiento para que la batería sea viable en un producto que encaje en el precio de venta de una bicicleta eléctrica. Con toda seguridad, las baterías sólidas llegaran primero al mercado del automóvil, donde la escala económica es superior.