Polestar ha supuesto para muchos fabricantes de vehículos eléctricos un auténtico espejo en el que mirarse sobre múltiples aspectos. Una marca de reciente fundación que ha sabido posicionar un producto de elevada calidad al nivel de modelos tan exitosos como el Tesla Model 3. El pasado viernes, la firma sueca se hizo pública tras su lanzamiento en el Nasdaq, haciéndose así una subida de casi un 16 por ciento en el precio de sus acciones; sin embargo, las alegrías no han durado mucho en Polestar pues apenas tres días más tarde, el pasado lunes, dichas acciones volvieron prácticamente a su punto de inicio tras descender un 15 por ciento, acabando así con la práctica totalidad de ganancias obtenidas durante esos días.
Esta subida inicial se achaca al enorme interés que presenta la firma hermana de Volvo entre el gran público; sin embargo, el descenso de la cotización apenas tres días más tarde presenta un alto grado de inseguridad para otros fabricantes competentes, quienes ven cómo el sector automotriz, en general, se encuentra en una importante bajada que ya roza, en ciertos casos, el 50 por ciento de su cotización total. Debido a esto, muchos gurús y expertos en la materia se declaran bastante dudosos sobre la salud financiera que presentan las marcas automovilísticas en los últimos meses.
Para que sirva de ejemplo, otras compañías del sector han visto disminuir el valor de sus acciones notablemente. Tal es el caso de Ford, quien comenzó el año alcanzando un valor de 25 dólares y a día de hoy sus acciones se sitúan por debajo de los 12 dólares; o de General Motors, que alcanzó los 65 dólares por acción y ahora se posiciona en 34 dólares, durante el mismo período mencionado anteriormente para su competente americana. En el caso de Polestar, sus acciones alcanzaron el pasado viernes (día de su salida en Nasdaq) los 13 dólares, mientras que el martes (4 días más tarde) se situó en los 10,6 dólares. Como se puede ver, el descenso de las acciones de Polestar no ha sido tan acusado como algunos presentan.
Las preocupaciones por la posible caída generalizada del sector automotriz vienen de la mano del aumento en las cifras de inflación a nivel mundial, así como la sombra de una posible recesión económica en ciernes. De forma paralela, este sector también está acusando grandes paralizaciones o retrasos en la producción de vehículos, debido a la falta de suministros y al elevado coste que están alcanzando las materias primas principales e imprescindibles para la fabricación de coches eléctricos, tales como el litio, el níquel o el cobalto. Todos estos motivos hacen que la mayoría de inversionistas estén altamente preocupados.
Dentro del particular mercado de coches eléctricos también se aprecian bajadas sistemáticas en la cotización de las acciones. Entre ellas se encuentra Rivian, la cual ha sido una de las más afectadas, ya que, desde su debut en el mes de noviembre, sus acciones han caído un 64 por ciento, aunque la compañía norteamericana ha pasado por ciertas dificultades que han podido desatar dicha caída. En Tesla también han sufrido un descenso acusado: en el mes de enero sus acciones se situaban casi en los 1.200 dólares, mientras que actualmente están por debajo de los 700 dólares.
En Bloomberg, así como otros expertos financieros, auguran que las nuevas compañías de coches eléctricos no podrán valorarse en decenas de miles de millones de dólares cuando marcas más asentadas históricamente hagan una participación más acusada dentro del sector eléctrico, tales como Ford, entre otras. Sea como fuere, queda claro que el mercado automotriz está viviendo importantes cambios en todos o la mayoría de apartados, que se pueden acrecentar con el paso de los próximos meses.