El espionaje forma parte de la actividad rutinaria de toda industria, desde la más básica a la más grande, como la del automóvil. Vigilar y copiar a tu rival es algo que todo el mundo acepta, pero no es lo mismo cuando lo haces tú que cuando te lo hacen. China lleva décadas vigilando a los fabricantes de automóviles más importantes del mundo. En estos años se han apropiado de sus secretos mejor guardados y gracias a ellos ahora lideran la revolución eléctrica. Sin embargo, Pekín no quiere que el resto del mundo les espíe y por lo tanto pide a sus fabricantes que se sacrifiquen por la causa.
A principios de siglo, China quiso abrirse al mundo y animó a muchas empresas a fabricar en el país, atrayéndolos por sus bajos salarios y por los enormes beneficios fiscales. Muchas empresas vieron en China un enorme potencial de crecimiento. Un mercado con más de 1.000 millones de habitantes. La única condición impuesta por el Gobierno de China era la asociación con una empresa local. Es decir, para que Volkswagen pudiese fabricar sus coches en China tenía que asociarse con un fabricante local a través de una empresa compartida. Volkswagen y otras muchas marcas aceptaron las condiciones.
China controlará las inversiones de los fabricantes en el extranjero
Esas asociaciones le han permitido a China evolucionar en tiempo récord al conocer de primera mano los procesos de producción de una gran empresa y, de paso, tener acceso a la tecnología y a los sistemas de última generación. Aplicando ingeniería inversa y sus propios conocimientos adquiridos, los chinos no sólo son capaces de replicar la tecnología, sino de mejorarla. Gracias a ello, gracias a ese espionaje nada discreto vivido en la última década y media, China se sitúa ahora en la cúspide de la industria del automóvil en lo que a coches eléctricos se refiere. Una de sus mayores empresas, BYD, está a punto de superar a Tesla como el mayor fabricante de coches eléctricos del mundo. Algo que ninguna otra compañía ha conseguido.
Las marcas chinas han crecido y florecido rápidamente. Muchas de ellas ya miran al extranjero como la única opción de crecimiento posible. Sin embargo, se encuentran con muchas puertas cerradas. Otras regiones del mundo temen una oleada de productos procedentes de China y muchos mercados están aplicando aranceles portuarios para minimizar el impacto. Ante estas medidas las marcas buscan soluciones como exportar la producción. Europa pronto contará con varias fábricas deslocalizadas de marcas chinas. Algo que no gusta dentro del entorno del Gobierno presidido por Xi Jinping. El Ministerio de Comercio de China (MOFCOM) celebró una reunión con más de una docena de fabricantes de automóviles en julio.
En ella se les pidió que vigilaran muy de cerca toda inversión extranjera, principalmente en India. China teme que el resto del mundo les haga lo mismo que ellos han hecho. Quieren evitar el espionaje industrial que les ha permitido ascender rápidamente hasta la cúspide del sector automovilístico. Los fabricantes tendrán que informar al Gobierno sobre sus planes de inversión en el extranjero y, en la medida de lo posible, se les pide que fabriquen por ktis y no por sistemas tradicionales para así evitar el ya mencionado espionaje. Los funcionarios gubernamentales han advertido a los fabricantes que no deberían seguir ciegamente las tendencias ni creer en los pedidos de inversión de los gobiernos extranjeros.