El cambio de paradigma en la movilidad es a nivel mundial. Aunque muchas veces hablamos y pensamos de forma local, la movilidad electrificada ha traído consigo una menor dependencia de los combustibles fósiles. El consumo de carburantes se sitúa en valores nunca vistos en casi sesenta años, un dato muy importante si tenemos en cuenta que el parque automovilístico mundial no ha dejado de crecer. Hay diferentes factores que han afectado a los datos.
El primero, y el principal de ellos, es la reducción en la movilidad acompañada a la pandemia de la COVID-19. En marzo del año pasado casi todo el mundo se paralizó ante el ataque del virus. Los confinamientos nacionales redujeron los desplazamientos hasta volúmenes nunca vistos. El kilometraje medio bajó a nivel mundial en un 13%, lo que irremediablemente llegó acompañado de un menor consumo de carburantes.
En un estudio realizado se estima que el consumo de combustibles para el transporte por carreteras se redujo hasta los 443.843 millones de litros, una caída del 14% con respecto al 2019, que cerró el curso con un consumo total de 515.103 millones de litros. Hay que remontarse al año 1995 para encontrar un dato tan bajo de litros consumidos. En aquel año los habitantes del mundo quemaron un total de 443.124 millones de litros.
El pasado 2020 se quemaron 443.843 millones de litros de combustible en todo el mundo.
Los datos macro del gasto de combustibles resulta espectaculares, pero no me interesantes los datos extrapolados al consumo per cápita. Con una población cercana a los 8 mil millones de personas, el consumo individual también cayó en el año 2020, un 14% de diferencia con respecto al año anterior. De los 1.567 litros por persona y año al cierre de 2019, se pasó a un dato de 1.347 litros por habitante y año. En este caso hay que retroceder mucho en la serie histórica para ver un dato tan bajo.
Concretamente al año 1965, donde el consumo de combustible per cápita fue de 1.309 litros. A lo largo de las últimas décadas el empleo de carburantes se ha mantenido estable, produciéndose un claro descenso pasada la década del 2010 y muy lejos del pico máximo alcanzado en el año 1978 con 1.911 litros por persona. Justo un año antes de la gran crisis del petróleo de 1979.
Como ya hemos dicho, son varios los motivos que han provocado este significativo descenso en las cifras de consumo. El principal fue la pandemia, pero también hay que sumar la aparición de vehículos electrificados y nuevas tecnologías de ahorro. Todo ello ha permitido, y seguirá permitiendo, reducir la dependencia de los combustibles fósiles en aras a una movilidad más sostenible y respetuosa con el medio ambiente.