A pesar de que la agenda de electrificación en Europa parece muy definida, en cuestiones políticas nada está garantizado. A mediados de 2022 quedó aprobada una de las medidas más controvertidas en los últimos tiempos. A partir de 2035, Europa prohibirá la venta de vehículos de combustión, salvo excepciones. Si bien casi toda la industria parecía haber aceptado el cambio de rumbo, los últimos movimientos en el seno de la política europea podrían echar por tierra el acuerdo. En Porsche ya temen que Europa retrase la fecha inicialmente fijada, lo que podría suponer un grave perjuicio para sus intereses y para una inversión de miles de millones.
El coche eléctrico es el futuro, o al menos lo parece. La movilidad sostenible está cada día más integrada en nuestra sociedad. Año tras año, las ventas registran cifras récord. La oferta ha crecido exponencialmente en los últimos años y todas las marcas parecen muy centradas en seguir la senda eléctrica. Sin embargo, las presiones políticas pueden echar por tierra todas esas agendas y desarrollos. Lutz Meschke, director financiero de Porsche, pone en seria duda que se vaya a cumplir con el horizonte de 2035, "actualmente se está debatiendo mucho sobre el fin del motor de combustión. Creo que podría retrasarse”.
La red de carga se sitúa como uno de los principales problemas
Afirma el dicho que cuando el río suena, agua lleva. Esta no es la primera vez que oímos palabras semejantes. De hecho, algunas marcas ya han asegurado que, si bien las ventas siguen aumentando, ese crecimiento se está ralentizando. Durante el pasado mes de diciembre, un mes que históricamente siempre ha sido bueno para las ventas, quedó patente que la salud del mercado automovilístico europeo es débil. Por primera vez desde los meses más duros de la pandemia de 2020, las matriculaciones cayeron. Los conflictos geopolíticos, la inestabilidad económica y una agenda de electrificación mal planteada son las causas principales.
Esa desaceleración en los pedidos de coches eléctricos ha suscitado ciertas dudas en el seno de Europa. Numerosos estudios recogen que la mayoría de los conductores europeos son reticentes a dar el salto a la movilidad eléctrica. Están desalentados por la falta de una red de carga en la que confiar, además de por las elevadas tarifas actuales de los vehículos y las cada vez más exigentes condiciones para acogerse a incentivos y beneficios. Eso cuando los hay, porque en algunos países como Alemania han desaparecido de la noche a la mañana, literal. A día de hoy, esos incentivos siguen siendo vitales para expandir el mercado.
Así lo ha reconocido el propio Meschke durante la presentación internacional del nuevo Porsche Macan, 100% eléctrico, por cierto. "Tenemos que ver qué tan pronunciada será la curva de crecimiento en los próximos años (...) Si tenemos una situación como la actual, con cierta renuencia a comprar coches eléctricos en Europa, entonces tal vez las subvenciones vuelvan".
La polémica y las dudas están servidas. Volvo opina de forma diferente, según ellos el mercado goza de una excelente salud, mientras que en el seno del mayor conglomerado automovilístico europeo, el Grupo Volkswagen, apuestan por la movilidad eléctrica, pero con ciertos matices, tal y como ha reconocido el CEO de la empresa, Oliver Blume.
Lo que está claro es que hay muchas cuestiones y problemas que deben solucionarse para que el coche eléctrico sea absolutamente rentable y funcional para todos los conductores y no sólo para unos pocos. La recarga centra gran parte de las dudas de los clientes. No todos los países avanzan al mismo ritmo en su escalada eléctrica.
Nuestro país, España, es una de las regiones más atrasadas de Europa en movilidad eléctrica. Un estudio ha desvelado que el 25% de los puntos de carga no funcionan. Eso, sumado al número limitado de estaciones, es un claro factor a tener en cuenta para millones de conductores. La situación es tal que el envejecimiento del parque nacional habla por sí mismo. Los turismos ya superan los 14 años de media y muchas ciudades están empezando a restringir la movilidad de los vehículos más antiguos.
Si ni las marcas tienen claro cuál va a ser el rumbo de la industria, ni que decir tiene los miedos que sufren los ciudadanos de a pie. Recientemente, tal y como afirman algunas fuentes, el Partido Popular Europeo (PPE), el mayor del continente, quiere modificar gran parte de la ley de movilidad de 2035. Su máximo representante, Jens Gieseke, ha criticado la medida, la cual votó a favor en 2022, porque, según ellos, podría generar un “efecto Habana”. Es decir, el parque de vehículos envejecerá considerablemente, algo que ya está pasando, mientras que los coches eléctricos sólo serían posibles para una mayoría económicamente bien asentada. Como ya hemos dicho, los primeros síntomas ya se han dejado ver.