El Volkswagen Beetle es uno de los automóviles con mayor historia en la industria. Producido durante décadas, no parece que vaya a tener un gran protagonismo bajo el escaparate de la electrificación. Sin embargo, es posible encontrar trabajos artesanales en esta faceta. Recientemente, ha aparecido una unidad del año 1962 a la que se le ha agregado una mecánica puramente eléctrica. Es un trabajo que implica desmontar y montar la práctica totalidad del vehículo, pero el resultado merece la pena.
Así es cómo ha quedado un modelo que se pudo ver en el pasado Electrify Expo 2023, evento tenido lugar en Nueva York. La unidad protagonista de estas líneas es propiedad de Blake Rhodes. Esta persona regenta un taller especializado en este tipo de electrificaciones. Cada día, en sus instalaciones, cada vez se pueden ver más unidades de Porsche y del Beetle para sustituir mecánicas convencionales por unas puramente eléctricas.
Un Volkswagen Beetle de 1962 es convertido a eléctrico para seguir disfrutando de la carretera
Las leyes anticontaminación son cada vez más restrictivas. Pese a que a este tipo de automóviles esto no le afecta, lo cierto es que cada vez son más los propietarios que deciden sustituir cualquier rastro del motor térmico para acoplar un circuito eléctrico. Mejoras en la capacidad de aceleración, así como un ahorro en el largo plazo y una conducción más suave, son algunos de los motivos que llevan a estos cambios. Este caso, sin embargo, es particular. Porta una batería originaria de un Tesla Model S.
El peso de una batería de estas características puede ser superior, sin duda alguna, al de un Volkswagen Beetle de la época. Por este motivo, se ha decidido reducir su tamaño pese a la caída de la autonomía. En este caso en particular, el automóvil cuenta con una capacidad de batería de 30 kWh. Gracias a ella, es posible circular hasta un máximo de 160 kilómetros por cada ciclo completo de carga. Este vehículo suele realizar recorridos en el ámbito urbano, por lo que parece una cifra de autonomía lo suficientemente amplia.
Con el objetivo de reducir el precio de estas modificaciones, se suele recurrir a conjuntos de baterías de segunda mano. De hecho, la mayor parte de las celdas proviene de vehículos que han sufrido un accidente. Anteriormente a cualquier instalación, se efectúa un procedimiento de prueba para corroborar que su funcionamiento es el idóneo. Debido a la sencillez de las mecánicas eléctricas, su colocación en el automóvil es muy cómoda. En la mayor parte de ocasiones, se emplea parte del equipamiento en el área del maletero.
Este tipo de preparaciones está ganando una mayor popularidad a medida que se hace mucho más estricta la ley. Aun así, es preciso mencionar que estos trabajos no son nada sencillos de acometer. De hecho, la mejor prueba de ello es el precio, cuyo coste al propietario puede traducirse en el pago de hasta 58.000 dólares. En talleres que trabajan de forma artesanal, un trabajo de estas características puede llevar una media de unos dos meses.