A principios del siglo XX, Henry Ford revolucionó el mundo con el que presumiblemente sea su mejor adelanto, la cadena de montaje. Producir más y más rápido fue clave para abaratar los primeros coches. Vehículos como el Model T redefinieron al país y a la industria a escala internacional. Hoy vivimos una era completamente diferente marcada por la movilidad eléctrica. Un cambio que no está sentando muy bien a la compañía fundada por el propio Ford. Las pérdidas son mil millonarias, pero ahora es imposible volver atrás. El dinero ya está invertido sólo es necesario enfocar la estrategia. Los de Michigan se han fijado un objetivo bastante ambicioso: BYD.
Si miramos a oriente vemos que el coche eléctrico tiene un enfoque y un posicionamiento completamente diferentes. Mientras que en Estados Unidos la cuota de mercado es muy baja, en torno al 5% del total, en China la demanda crecen a pasos agigantados fomentada por una extensa oferta de vehículos baratos. Todas las marcas tienen muy claro qué es lo que tienen que hacer, pero esa necesidad se enfrenta directamente con la rentabilidad. Los coches eléctricos pequeños y baratos no son rentables para las marcas. Sólo China es capaz de fabricarlos en masa y con índices económicos positivos, sirviendo de ejemplo al resto del mundo.
Un coche pequeño y barato que dé respuesta a los modelos de BYD
Durante mucho tiempo, Ford ha sido otra de las compañías que se habían fijado ambiciosos planes eléctricos, pero la realidad ha golpeado como un mazo a los de Michigan. Las pérdidas son insostenibles. Aunque las proyecciones tenían en cuenta un gasto masivo, el retorno está siendo muy pobre. Ford pierde 100.000 dólares por cada eléctrico vendido. La división eléctrica acumula miles de millones en pérdidas y desde la sede ya han empezado a mostrar las primeras señales de ansiedad. Jim Farley, máximo responsable de la empresa, ha cambiado de parecer: “los coches eléctricos podrían no ser la única respuesta”. Estas palabras, recogidas hace unos días, se enfrentan directamente a la última decisión empresarial.
Ford no sólo no da un paso atrás, sino que duplica su apuesta por el coche eléctrico, aunque redirige los esfuerzos. Hasta ahora hemos visto productos de gran tamaño como el Mustang Mach-e, la Ford F-150 Lightning o el Ford Explorer europeo. Con Tesla en una posición dominante difícilmente alcanzable, en Dearborn se han propuesto copiar la estrategia de BYD. Quieren ofrecer coches eléctricos pequeños y de precio razonable al igual que los chinos. Los de Shenzhen han cosechado un gran éxito gracias a modelos como el BYD Dolphin o el BYD Seagull. Han sido los primeros en colonizar ese espacio y han abierto la puerta a la llegada de otros rivales.
Si BYD tiene la ventaja del tiempo, Ford tiene la imagen, pero no será suficiente para tener éxito. Hace ya meses que se confirmó el desarrollo de una plataforma específica para coches pequeños y baratos. La información es todavía muy escasa, pero según los planes originales, los americanos quieren poner a la venta su eléctrico más barato antes de acabar la presente década. Mientras tanto, los híbridos darán un respiro a las complicadas cuentas. Farley ha reconocido que ha aprendido después de varios ‘ataques’ por parte de Asia. Primero fueron los japoneses y los coreanos. No quiere correr el mismo riesgo con los chinos.