No hay que engañarse. Las ventas de coches eléctricos en Europa sigue creciendo, pero el problema es que no lo hacen al ritmo que todo el mundo esperaba. Muchas empresas habían anunciado grandes planes de electrificación para mediados y finales de la década, pero con casi toda seguridad estos no se van a cumplir. Los conductores europeos siguen esperando para dar el salto y ante esa nueva realidad todas las empresas están sufriendo las consecuencias de unas estrategias excesivamente optimistas. Desde el mayor fabricante europeo, Volkswagen, hasta la mayor empresa de baterías de Europa, Northvolt. La situación de esta última es incluso más delicada.
Northvolt siempre ha sido la gran esperanza europea para reducir la dependencia de la industria de baterías china. Al otro lado del mundo, CATL y BYD dominan el mercado de las baterías para vehículos eléctricos con más de un 50% de las ventas totales. Ningún fabricante europeo figura en la lista de las 10 empresas energéticas más importantes del mundo. Todos los puestos están ocupados por marcas chinas, coreanas o japonesas. Northvolt fue fundada en 2015 en Estocolmo, Suecia, por Peter Carlsson, un antiguo ejecutivo de Tesla. Toda Europa parecía estar centrada en apoyar a la empresa en ese objetivo de independencia.
Incumplimiento de objetivos en un panorama industrial muy oscuro
El Banco Europeo de Inversiones le ofreció un primer préstamo de 350 millones, y a principios de este mismo año el Parlamento Europeo aprobó ayudas por un valor de 902 millones de euros. También ha firmado contratos de suministro importantes con algunos fabricantes europeos como Volvo, su mayor socio, y BMW. Sin embargo, este mismo año los alemanes han cancelado un acuerdo por valor de 2.000 millones de euros. Un varapalo que según los alemanes ha estado causado por un incumplimiento en las condiciones de rendimiento de las baterías acordadas. Desde principios de año Northvolt está teniendo problemas financieros.
Tal y como informa ahora Reuters, Northvolt ha incumplido sus objetivos de producción desde el pasado mes de septiembre. La empresa no será capaz de alcanzar la producción de 100.00 celdas de buena calidad para finales de año. El ritmo de trabajo se ha visto interrumpido. Las líneas de montaje sólo están operativas los días laborables, de lunes a viernes. Tras iniciarse los rumores de crisis, Northvolt confirmó el despido de un 20% de su plantilla. Se sospecha que los chinos están saboteando las operaciones de la empresa con el único objetivo de evitar su crecimiento. Tal es la situación que los suecos han interrumpido sus planes de ampliación de la fábrica principal de Skellefteå, aunque reclaman desesperados la construcción de la planta de Heide, Alemania.
La propia empresa ha reconocido al ya mencionado medio que ya hace tiempo que los objetivos y la producción van desfasados, aunque no ha querido dar más detalles sobre la situación real de la compañía. Cada vez son más negras las nubes que se ciernen sobre Northvolt. Ni todo el dinero aportado por Europa parece ser suficiente para mantener a flote la empresa. Fuentes internas aseguran que la empresa podría tomar una drástica medida, solicitar la protección por bancarrota en Estados Unidos. Las próximas semanas y meses serán determinantes para conocer el rumbo de Northvolt, la única esperanza energética que nos separa de la dependencia total de China.