Cuando una empresa toma una decisión o un camino siempre espera que sea para bien, pero no siempre es así. Las decisiones en torno a la movilidad eléctrica han sido muy dispares dentro de la industria. Si bien hay empresas que han decidido empezar poco a poco, fijándose objetivos escuetos y realistas, otras han hecho todo lo contrario. La esperanza de comerse el mundo se ha topado de lleno con la demanda real de vehículos impulsados por batería. Ford ha puesto toda la carne en el asador, pero, por ahora, la comida se le está quemando. Las pérdidas alcanzan un volumen insostenible y eso ha provocado un cambio de rumbo.
Ford es el mayor fabricante de Estados Unidos y una de las marcas más reconocidas a nivel internacional. Los de Michigan han dominado la escena americana durante muchos años con la Ford F-150, situándose como el modelo más vendido mes a mes durante más de 30 años. Uno bien podría pensar que con esa sólida base de popularidad la etapa eléctrica sería coser y cantar, pero nada más lejos de la realidad. A pesar de haber creado una división específica para eléctricos, es el departamento que más pérdidas genera para la empresa. Los motivos de esta situación han sido varios y en Ford ya han tomado medidas para paliar, que no corregir, la situación.
Ford espera cerrar el año con 5.500 millones de dólares en pérdidas por sus eléctricos
El primer problema es que Ford pierde más de 100.000 dólares por cada coche eléctrico que vende. La cifra ha ido escalando poco a poco a lo largo de los últimos años. La caída en los precios de los coches eléctricos ha obligado a Ford a recomponer su estructura comercial, lo que a su vez ha supuesto incrementar las pérdidas por volumen. El primer trimestre del año ha sido duro, muy duro y dado que la demanda sigue sin alcanzar las estimaciones, en Dearborn han tomado la decisión de reducir la lista de pedidos de componentes. Lo primero han sido las baterías, tal y como afirman fuentes americanas.
Se espera que la división de eléctricos pierda este año una cantidad aproximada de 5.500 millones de dólares. Si bien la cifra está contemplada en el anuario de la empresa, el primer trimestre ha batido récords negativos y si no quieren cerrar el curso con resultados mucho peores de los programados es necesario aplicar recortes. Los principales suministradores de baterías de Ford son SK On, LG Energy Solution y CATL. Los tres han recibido llamadas desde Estados Unidos para cortar el flujo de productos. La demanda de eléctricos ha caído y Ford no necesita almacenar tantas baterías a las que no puede darles salidas. No hay que olvidar que la batería es el componente más caro de un coche eléctrico.
Jim Farley, CEO de la compañía, ha reconocido que están trabajando en otros proyectos ambiciosos, como el desarrollo de una plataforma para vehículos eléctricos pequeños. Coches de entre 25.000 y 30.000 euros con los que esperan ser rentables en el futuro. A pesar de esas buenas noticias, Ford no ha tenido más remedio que retrasar el lanzamiento de dos modelos importantes hasta que el mercado madure. En Europa aspiraban a ser una compañía 100% eléctrica para el año 2030 y ya son muchas las voces que afirman que esa estrategia tampoco se llevará a cabo teniendo en cuenta las cifras de ventas actuales y las que se estiman de cara a los próximos años. Los americanos no son los únicos en problemas, es una corriente muy habitual en la industria.