¿Realmente los coches térmicos tienen los días contados? Todo parece indicar que así es. Un estudio organizado por la Agencia Internacional de la Energía (AIE) pone sobre la mesa los motivos principales que llevarán a su desaparición y que han adelantado significativamente la debacle de los motores de combustión en los principales mercados.
Concretamente, apunta a que algunos de los grandes causantes son la cada vez mayor producción de energía verde y el auge de los vehículos eléctricos. Esto desencadenará una disminución de la demanda del petróleo, gas y carbón antes del año 2030. Las estimaciones hasta ahora fijaban dicho año como el punto de inflexión, pero, finalmente, los estudios adelantan este pronóstico.
Hace tan sólo unos meses, la misma agencia, financiada por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, predecía que el punto máximo de uso de combustibles fósiles se daría en el 2030, para después ir descendiendo paulatinamente a lo largo de la próxima década. Ahora, esta fecha se ha adelantado hasta algún momento de la presente década, aunque no puntualiza el año exacto en el que se producirá.
Fatih Birol, director de la AIE, ha escrito su visión al respecto en el Financial Times: “Basándonos únicamente en las políticas actuales de los gobiernos de todo el mundo, incluso sin ninguna nueva política climática, la demanda de cada uno de los tres combustibles fósiles alcanzará su punto máximo en los próximos años. Esta es la primera vez que se ve un pico en la demanda de cada combustible en esta década, antes de lo que muchos anticipaban”.
Parte de culpa de esto se le atribuye directamente al impacto que China está teniendo sobre el mercado global, ya que el país oriental está desviando buena parte de sus inversiones hacia energía renovables, especialmente la eólica y solar, pero también hacia la nuclear. También tiene que ver la expansión de su mercado de vehículos eléctricos, más asequibles en mercados como el europeo.
Desde el estudio también se apunta a la actual situación con Rusia como uno de los motivos, ya que este país se presentaba como el principal exportador de gas a otros mercados. Esto lo mencionan como el fin de la “Edad de Oro del Gas”, lo que ha supuesto que Europa apunte más hacia otro tipo de fuentes de energía alternativas y más limpias.
No obstante, y pese a todos los esfuerzos, el estudio de la AIE advierte que esto no supondrá el fin del calentamiento global. Es decir, la agencia no asegura que con estas políticas no se vayan a rebasar los 1,5ºC que muchos estiman como críticos para evitar los peores impactos climáticos. Si bien aceptan que repercutirá en puntos positivos, lo cierto es que seguirá siendo necesaria cierta inversión para paliar estos efectos.
“Los picos de demanda que vemos basados en las políticas actuales no eliminan la necesidad de invertir en el suministro de petróleo y gas, ya que las caídas naturales de los campos existentes pueden ser muy pronunciadas. Al mismo tiempo, socavan los llamados de algunos sectores para aumentar el gasto y subrayan los riesgos económicos y financieros de nuevos proyectos importantes de petróleo y gas, además de sus evidentes riesgos para el clima”, puntualizó Birol en su escrito.