De una forma u otra parece que el mercado automovilístico no escapa a su etapa más turbulenta en décadas. Tras la pandemia de la COVID-19, hace ya casi cinco años, los problemas no han hecho más que azuzar a la industria del automóvil. Conflictos, normativas y el auge de China están provocando un cambio de rumbo en el status quo internacional. Europa, que siempre ha dominado el sector con sus grandes marcas y su reconocido prestigio, no encuentra la solución a los problemas. Ahora, con la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, los problemas pueden ir en aumento. ¿Por qué?
El candidato republicano y ya electo Presidente de Estados Unidos habla claro y no deja lugar a dudas sobre sus ideas y sus políticas. A Trump no le gustan los coches eléctricos, ni por lo que son ni por lo que representan. Es totalmente contrario a la idea de obligar a los conductores a cambiar su forma de moverse, y mucho menos si es el Estado el que paga las subvenciones. Su gran apoyo y amigo durante la última campaña presidencial, Elon Musk, se ha mostrado a favor de sus políticas, algo chocante teniendo en cuenta que Tesla es el mayor fabricante de coches eléctricos del mundo. Sin embargo, el empresario americano sacará tajada de la llegada de Donald Trump al despacho oval.
Trump quiere obligar a los fabricantes extranjeros a pagar más impuestos
Los que no lo tendrán nada fácil serán los fabricantes europeos, principalmente los alemanes. El presidente electo ha comentado en más de una ocasión ser firme defensor de los aranceles a productos extranjeros. Bajo el lema Make America Great Again, Trump defiende los productos Made in America. Si bien no hay una legislación sobre ello, la línea política del ya presidente republicano es la de gravar los productos extranjeros, principalmente los chinos, pero también los europeos. Ya bajo el mandato de Joe Biden, los coches eléctricos chinos se han encarecido tras la aplicación de aranceles especiales por el 102% del valor del vehículo. De esta forma, Estados Unidos quiere mitigar la llegada de coches chinos al país.
Esos mismos aranceles, aunque no tan agresivos, son los que la Unión Europea ya ha aprobado y aplicado. Sin embargo, las buenas relaciones comerciales entre Europa y Estados Unidos libran a los productos americanos de impuestos especiales. Correspondencia política que Trump no quiere seguir. Las marcas alemanas son las que más coches exportan a Estados Unidos. Firmas como Mercedes, Audi, BMW o Volkswagen tienen grandes inversiones al otro lado del Océano Atlántico, fábricas, concesiones e incluso marcas específicas, como la más reciente Scout promovida por Volkswagen. La entrada en vigor de nuevos aranceles pondría en peligro todas esas estrategias e inversiones.
Los expertos aseguran que el riesgo es más que real. Los nuevos aranceles obligarían a las marcas a elevar los precios, perdiendo así competitividad con respecto a las marcas locales. Europa está siendo atacada, comercialmente hablando, por sus dos flancos. Cada vez son más las marcas chinas las que intentan introducirse en el espacio europeo, mientras que en Estados Unidos se puede estar cociendo una situación muy peligrosa para las principales marcas europeas. Durante los próximos meses vamos a ser testigos de grandes negociaciones, declaraciones cruzadas y muchos, muchos rumores. El panorama europeo es cuanto menos crítico.