El hidrógeno está llamado a ser una de las alternativas más viables en la descarbonización del transporte por carretera. Aunque por el momento se trata de una tecnología muy incipiente, los fabricantes ven en el preciado elemento una vía de escape para futuros modelos y lanzamientos. BMW es uno de los fabricantes que más apuestan por la célula de hidrógeno. El BMW iX5 Hydrogen sigue su etapa de desarrollo, ahora le toca surcar las frías y heladas carreteras del norte de Suecia.
Los vehículos de hidrógeno poco a poco llegan al mercado. El Hyundai Nexo y el Toyota Mirai son todavía raros de ver, pero en el futuro la oferta comercial estará estructurada en diferentes mecánicas y sistemas de movilidad. BMW se suma a esa tendencia, como ya lleva años haciendo. Si hacemos un rápido vistazo al pasado vemos como los de Múnich ya han ofrecido vehículos de hidrógeno con anterioridad. Sin embargo, en esta ocasión el planteamiento es algo diferente.
Si bien el BMW iX5 Hydrogen no será el modelo más vendido de la compañía, se situará como alternativa real a la movilidad de gasolina y eléctrica. Los alemanes siempre han apostado por el hidrógeno como formato alternativo a sus vehículos más pesados. Serie 7 y X5 son, históricamente, los modelos sobre los que más han pesado los desarrollos alternativos. Sacar un X5 100% eléctrico no tendría mucho sentido, teniendo en cuenta el peso y el tamaño del vehículo. Además, para eso está el BMW iX que acaba de llegar al mercado.
Las pruebas que se están realizando en entornos tan extremos como los del Círculo Polar Ártico, sirven a BMW para probar la tecnología en cualquier circunstancia extrema. Con temperaturas de hasta -20 grados centígrados, el equipo debe seguir rindiendo con el mismo comportamiento que si se estuviera en una agradable tarde primaveral en la costa francesa. Muchas horas de pruebas y desarrollo son esenciales para alcanzar los máximos estándares de seguridad y calidad.
El equipo del iX5 Hydrogen combina la tecnología de pila de combustible con un motor eléctrico eDrive de quinta generación. El hidrógeno se emplea como fuente de energía, quedando almacenado en dos depósitos de 700 bares fabricados en plástico reforzado con fibra de carbono. La celda de combustible convierte el hidrógeno en energía eléctrica, generando una potencia de 170 caballos. Además, el motor eléctrico tiene la posibilidad de sumar más energía procedente de la batería, que se carga mediante la retención o mediante la pila de combustible.
Todo el conjunto desarrolla una potencia máxima de 374 caballos con nulas emisiones. Por el momento, BMW no ha anunciado cuál es el consumo de hidrógeno por cada 100 kilómetros, aunque está claro que el principal escollo de esta tecnología reside en la red de carga. Aunque Europa apuesta por los formatos alternativos, el hidrógeno se sitúa a la cola en infraestructura. En ese punto, BMW se ha comprometido a extender la red de carga, aunque sabe de las limitaciones de vehículos como este BMW iX5 Hydrogen. Sin embargo, el proyecto servirá como laboratorio de pruebas. Un ejercicio práctico de su viabilidad y futura expansión comercial.