La situación de la industria del automóvil en Europa está haciendo saltar algunas alarmas, y hace tan sólo unos días que Wayne Griffiths, CEO de Cupra y Seat, apareció con unas declaraciones en las que asegura que las marcas españolas propiedad del Grupo Volkswagen estaban atravesando unos momentos complicados, y que lo peor estaría por llegar.
Lo decía tras la caída en los beneficios de la compañía en los primeros nueve meses del año 2024, una pista de lo que se podría avecinar.
Cupra y Seat van 'de la mano'
Y lo que Cupra tiene por delante es un escenario en el que la Unión Europea ha decidido extender los aranceles a los coches eléctricos chinos durante los próximos cinco años. Podría parecer algo buen para todos los fabricantes europeos, salvo por el hecho de que cualquier automóvil fabricado en China, sea de la marca que sea, también tiene que hacer frente a las nuevas tasas de importación.
Resulta que el Cupra Tavascán (y no es el único coche europeo en esta situación) se produce en la planta asiática de Anhui, y eso echa por tierra los planes de la firma española, que ha visto cómo las nuevas tasas hacen que el precio de este modelo aumente en hasta 10.000 euros más de lo previsto, una vez que llega a suelo europeo.
Griffiths sentenciaba además que los líderes políticos no están remando a favor de los objetivos de reducción de emisiones que piden a los fabricantes, y habla de "proteccionismo malentendido" en referencia a los nuevos aranceles a los coches eléctricos que vienen de China.
De estos últimos, asegura que "hacen dudar al consumidor", en cuanto a que generan desconfianza a la hora de optar por un vehículo 100% eléctrico.
El consejero delegado de Seat y Cupra, teniendo en cuenta todo lo anterior, dice que si no se busca una solución pronto, los volúmenes de venta el Cupra Tavascán en Europa no harán otra cosa que reducirse, por la imposibilidad de ofrecer un precio competente y una demanda que será baja.
Tendrán que pagar multas "inasumibles"
Eso, a su vez, complicará a la marca española ponerse al día en cuanto a los objetivos de emisiones que exigen desde Bruselas, con las correspondientes multas a las que tendrán que hacer frente por ese motivo, y que Wayne Griffiths sentencia que son "inasumibles".
Y que Cupra enfrente estos problemas, a su vez es un problema para Seat, pues depende de la viabilidad de la primera para seguir con la estrategia prevista inicialmente.
Lo que Cupra tiene por delante es un intento de negociar los aranceles del 21% que tiene que asumir el Tavascán, que se vende en España por un precio de unos 52.000 euros. Se intentará llegar a un acuerdo como el logrado por Tesla, que de momento ha logrado para sus unidades fabricadas en China un extra de tan sólo el 10%.