Ford tiene muchos ojos puestos en el desarrollo de nuevos sistemas eléctricos. No sólo en baterías de alta capacidad o modelos de largo rango, también en sistemas de carga que reduzcan significativamente los tiempos en las estaciones de recarga. Durante los últimos meses ha estado trabajando en un nuevo sistema de cables que podría suponer un gran avance para la recarga de los coches eléctricos del mañana.
Dicho avance lo ha realizado en colaboración con la Universidad de Purdue. El centro se ha convertido en una de las referencias del sector gracias a los múltiples proyectos y avances que han surgido de sus laboratorios. En ocasiones anteriores ya hemos hablado de ellos en referencia a sistemas de carga inalámbrica en carreteras y también en nuevos formatos de baterías que son capaces de entregar 480 kilómetros de autonomía con recarga instantánea.
En este caso el trabajo de desarrollo se ha llevado en colaboración con Ford. Las primeras patentes registradas (pendientes de validar) anuncian un nuevo y revolucionario sistema de cables de carga. El sistema de enfriamiento alternativo ha centrado toda la atención de los encargados del proyecto. Una mejor refrigeración permitirá cables de carga de mayor corriente, que a su vez se traducirá en tiempos de recarga menores.
La idea consiste en mejorar la refrigeración del cable para disipar el calor al trabajar con más corriente.
Michael Degner, líder técnico de Investigación e Ingeniería Avanzada de Ford ha comentado: «Hoy en día, los cargadores tienen limitaciones en cuanto a la rapidez con la que pueden cargar la batería de un vehículo eléctrico debido al peligro de sobrecalentamiento. La carga más rápida requiere más corriente para viajar a través del cable de carga. Cuanto mayor sea la corriente, mayor será la cantidad de calor que se debe eliminar para mantener el cable en funcionamiento».
Este revolucionario cable emplea un líquido como agente refrigerante activo. Ese líquido, del cual no se ha especificado nada, conseguirá liberar más calor del cable de carga, cambiando de fase líquida a vapor. Esa es la diferencia clave que existe entre la tecnología actualmente utilizada en el mercado y la propuesta por Ford y los investigadores de la Universidad de Purdue. La teoría indica que con un menor calentamiento del mazo se conseguiría reducir los tiempos de carga, ya que se eliminarían los picos de tensión como consecuencia del sobrecalentamiento.
Según los investigadores de la Universidad de Purdue, «el tiempo de carga de un vehículo eléctrico puede variar ampliamente, desde 20 minutos en una estación rápida hasta horas en un punto de carga doméstico, y eso puede ser una fuente de ansiedad para las personas que están considerando comprar un vehículo eléctrico. Nuestro laboratorio ha ideado una solución para situaciones en las que las cantidades de calor que se producen están más allá de las capacidades de las tecnologías actuales».