El gobierno de Estados Unidos está considerando la prohibición del software chino en vehículos autónomos y conectados, lo que afectaría a prácticamente todos los coches nuevos.
El motivo por el cual se plantean esta prohibición en el país norteamericano se justifica con preocupaciones por la seguridad nacional, entre ellas posible espionaje, captación de datos de los ciudadanos estadounidenses y otra información sensible.
Según un informe de Reuters, el Departamento de Comercio de EE.UU. planea recomendar que se prohíba la importación de vehículos con tecnología de conducción autónoma de Nivel 3 y superior que utilicen software desarrollado en China. Esta recomendación surge en respuesta a las crecientes preocupaciones sobre la seguridad cibernética y la protección de datos personales de los ciudadanos estadounidenses.
De ser aprobada esta medida, los vehículos con dicho software no se podrían vender ni circular en las carreteras estadounidenses. Los vehículos con un Nivel 3 de conducción autónoma permiten a los conductores retirar sus manos del volante y apartar la vista de la carretera; el control del vehículo queda a cargo de la tecnología autónoma.
En la práctica, esta medida no afecta a casi nadie (de momento)
La propuesta también podría extenderse a vehículos con capacidades avanzadas de comunicación inalámbrica desarrolladas en China. Es decir, a los vehículos conectados (prácticamente todos hoy en día) cuyo software de comunicación sea de origen chino. Sin embargo, actualmente ningún fabricante chino con presencia en el mercado estadounidense tiene coches con Nivel 3 de conducción autónoma.
En cualquier caso, de ser aprobada la propuesta, los fabricantes de automóviles y sus proveedores deberán certificar y demostrar que ninguno de sus vehículos conectados, ni el software de conducción autónoma, se ha desarrollado en China.
Esta medida se engloba en la guerra comercial y tecnológica de las dos mayores potencias del planeta. La ley IRA delimitó un marco proteccionista que dejaba fuera de posibles incentivos fiscales y económicos a los vehículos eléctricos chinos o a los que tuvieran baterías fabricadas en China. Más recientemente, EE.UU. anunció un aumento de los aranceles para la importación de vehículos eléctricos provenientes de China, que pasarán del 25% al 100%.
Los coches conectados recopilan una gran cantidad de datos
Las preocupaciones por los coches conectados con software viene de atrás. En febrero, la Casa Blanca abrió una investigación alegando que los coches conectados "recopilan grandes cantidades de datos confidenciales sobre sus conductores y pasajeros (y) utilizan regularmente sus cámaras y sensores para registrar información detallada sobre la infraestructura estadounidense".
Las autoridades temen que China esté construyendo perfiles detallados sobre empleados gubernamentales y ciudadanos estadounidenses, usando estos datos para obtener ventajas estratégicas en negocios y tecnología. En mayo, Gina Raimondo, secretaria de Comercio de Estados Unidos, dijo estar "preocupada" por los vehículos conectados chinos porque "podrían estar recopilando cantidades masivas de datos sobre los estadounidenses, quiénes son, qué dicen en su automóvil, adónde van y cuáles son sus patrones de conducción".
La semana pasada, la Casa Blanca y el Departamento de Estado de EE.UU. se reunieron con líderes de la industria a nivel global para abordar conjuntamente los riesgos de seguridad nacional asociados con los vehículos conectados. En la reunión participaron funcionarios de Estados Unidos, Australia, Canadá, la Unión Europea, Alemania, India, Japón, Corea del Sur, España y el Reino Unido. Los participantes intercambiaron opiniones sobre los riesgos de ciberseguridad y datos relacionados con vehículos conectados y ciertos componentes.
Por su parte, la Embajada de China en Washington D.C. no ha respondido a las informaciones de Reuters. En respuesta a las preocupaciones estadounidenses, China ha prohibido los vehículos Tesla en bases militares y edificios gubernamentales alegando también preocupaciones sobre la privacidad de información sensible. Las autoridades han extendido recientemente esta prohibición a centros culturales y ciertas carreteras en Chengdu, una ciudad clave para el desarrollo de tecnología militar china.