Las relaciones entre China y Japón nunca han sido las mejores del mundo. Políticamente hablando, ambos territorios han estado enfrentados durante décadas, pero lo que no consiga el capitalismo moderno no lo consigue nada ni nadie. Toyota fue la primera compañía automovilística en abrir instalaciones en el país y posteriormente llegaron otras firmas, entre ellas Honda. Este fabricante cuenta con dos grandes centros de producción abiertos con la colaboración de empresas locales como GAC y Dongfeng. Y de ahí saldrán los primeros coches destinados a Europa y fabricados en China.
La situación de Honda en el Viejo Continente no es la mejor de todas. Los japoneses están sufriendo las consecuencias de una estrategia de electrificación excesivamente lenta. A pesar de ello, y con una firme convicción en sus pasos, Honda echa la culpa a la todavía escasa infraestructura de carga. Esta política no es exclusiva de ellos, pues el resto de fabricantes japoneses también se muestran reacios a la llegada del coche eléctrico hasta que este no sea viable para todo el mundo.
Hace apenas unos días, Honda presentó en un mismo evento sus tres próximos lanzamientos para Europa: Honda CR-V, Honda ZR-V y Honda e:Ny1. Estos dos últimos son una absoluta novedad, mientras que el primero se trata de una nueva generación del SUV más grande de la casa. Especialmente importante es la llegada del e:Ny1 ya que se sitúa como segundo eléctrico de Honda en Europa, tras el pequeño, carismático y poco comercial Honda e. Con él, los japoneses quieren hacerse ver en el segmento C-SUV eléctrico, el que actualmente ocupa casi todas las portadas de electrificación.
Todo el mundo daba por hecho que los tres modelos serían importados desde Japón, como ocurre con el resto de la gama, pero no va a ser así. Las fábricas de China serán las encargadas de producir los tres nuevos modelos para Europa, algo que no había ocurrido nunca. El objetivo no es otro que el ahorro de costes. China ya es el principal exportador de coches eléctricos del mundo y la estrategia que han seguido los japoneses no es exclusiva. Audi y CUPRA han seguido el mismo patrón de conducta. Los A6 e-tron y Tavascan serán producidos en Asia para, posteriormente, viajar hasta Europa.
Otros modelos como el iX3, el DS 9 o el Dacia Spring también proceden de China. Las marcas se ven seducidas por los bajos costes de producción. Es más rentable producir en China e importar que fabricar directamente en Europa y ahorrarse el coste del trayecto. A ojos de eficiencia medioambiental está claro que la jugada es cuanto menos dudosa, pero, desde el punto de vista comercial, es muy rentable: acceso directo a los principales suministradores de baterías con una fuente prácticamente inagotable de materias primas y con unas tarifas energéticas muy inferiores a las de Europa.
La dependencia de China es absoluta y total. Mercedes ya ha reconocido que necesita al país para cuadrar sus cuentas. El mundo parece haber invertido sus papeles. Ahora los fabricantes europeos buscan reducir costes en China, mientras que los fabricantes chinos buscan abrir en Europa sus primeras plantas de ensamblaje. BYD ya ha confirmado que quiere una fábrica en el Viejo Continente, aunque todavía no ha especificado dónde será. Durante la celebración del pasado Salón del Automóvil de Shanghái quedó patente el tremendo potencial de la industria local. Europa parece un “carril abierto” para los coches eléctricos chinos de precio razonable.