No hay día o semana en la que la industria del motor en Europa no se vea sacudida por una nueva y negativa noticia. El Viejo Continente está siendo atacado por todos sus flancos. Por un lado, está China con su enorme potencial económico y de producción. Por otro, Estados Unidos y sus leyes que animan a la inversión. Quién más o quien menos ha valorado mudarse al otro lado del océano atraídos por los beneficios fiscales de la Administración Biden. El último en sumarse a esa lista es el Grupo Stellantis. El conglomerado francés ha dejado caer una bomba que podría ser demoledora para los intereses económicos de Europa.
Con 14 marcas en su haber, Stellantis se ha convertido en el cuarto mayor grupo automovilístico del mundo. Sus ramificaciones no sólo están presentes en Europa, también en Estados Unidos con las marcas RAM, Jeep, Dodge y Chrysler, antiguamente integradas en la alianza FCA (FIAT-Chrysler Automobiles). Al mando de todo el operativo está Carlos Tavares, uno de los pesos pesados de la industria por derecho propio. Bajo su batuta, el grupo ha crecido en presencia internacional y en beneficios.
El pasado día 30 de mayo, el CEO de Stellantis estuvo presente en la inauguración de la primera gigafactoría de baterías de ACC en Francia. ACC es la empresa formada en 2020 por tres grandes empresas del sector: Stellantis, Total Energies y Mercedes-Benz. Durante el acto, Tavares estuvo departiendo amistosamente con los periodistas asistentes, comentando los problemas del sector y el rumbo de la compañía de cara a los próximos años. El máximo responsable es conocido por su afán en la contención de gastos, pero también por su escasa contención a hora de hablar, siendo especialmente crítico con los planes de Europa en materia de Euro 7 o, incluso, en la reciente cuestión de los combustibles sintéticos. Ahora, el CEO de Stellantis ha dicho claramente que Estados Unidos está en su radar, tal y como recoge el medio Reuters.
La Ley de Reducción de la Inflación (IRA) promovida por el Gobierno de Joe Biden ha creado condiciones de inversión “muy favorables” en el país. Tavares y Stellantis tienen planes muy ambiciosos en materia de electrificación. En 2030 esperan poder estar en disposición de contar con una producción anual de 400 GWh de baterías para alimentar su vasta oferta eléctrica. Tal y como detallan los planes, 120 GWh estarán cubiertos por las tres fábricas europeas de la empresa ACC en las plantas de Francia, Alemania e Italia. Otras dos se levantarán en Estados Unidos de la mano de socios tan importantes como Samsung SDI y LG Energy Solution, con capacidades de producción de 33 y 45 GWh anuales, respectivamente.
Sin embargo, a Tavares no le salen las cifras y necesita más fábricas para poder cumplir con el objetivo. Muchos daban por hecho que la compañía francesa ampliaría su red en Europa, pero la Ley IRA ha hecho tambalear la idea principal. Atraídos por los numerosos beneficios fiscales para la compañía, Tavares y toda la junta directiva podría desviar la inversión a Estados Unidos con la construcción de una o dos nuevas plantas de baterías. Por el momento, se desconoce si hay algún plan oficial a la vista o si Stellantis se ha puesto en contacto con algún socio con el que compartir la gran inversión económica. El simple hecho de que lo estén pensando resulta peligroso.
Ya en el pasado sonaron fuertes rumores de una unión entre Stellantis y Panasonic para la fabricación de baterías para vehículos eléctricos en Estados Unidos, pero, por el momento, no se ha oficializado ningún detalle al respecto. De concretarse el plan, Europa volvería a perder miles de millones de euros y cientos de puestos de trabajo.