Está claro que la industria del automóvil está cambiando mucho más deprisa de lo que a algunos les gustaría. La era eléctrica ha cogido con el pié cambiado a numerosos fabricantes. Las marcas reman en aguas revueltas ante una situación nunca antes vista en el sector. Tensiones políticas, comerciales y empresariales que ponen a prueba las estrategias y las apuestas. En este 2024 hay varias empresas que lo han estado, y siguen, pasándolo mal. Volkswagen y Stellantis son dos de ellas. Ahora también podemos sumar a Nissan. La situación de los japoneses es mucho más delicada de lo que podríamos haber imaginado, podrían entrar en quiebra en aproximadamente un año.
Hace apenas unos días, Makoto Uchida, CEO de Nissan anunció en una rueda de prensa, con cara totalmente descompuesta, que la situación económica de la compañía es cuanto menos delicada. En lo que llevamos de año Nissan ha visto recortados sus beneficios un 94%, un dato realmente impensable hace apenas unos años. De los 1.250 millones cosechados en el mismo periodo del año pasado, este sólo se han obtenido 126 millones de dólares de beneficios. Más de uno dirá; vale, siguen ganando dinero, pero ese margen de beneficios resulta tan ridículo como imposible para una marca de la escala de Nissan. Para ellos es perder dinero.
Nissan ha dejado morir a la gallina de los huevos de oro
Más que nada porque esos beneficios pagan las facturas de los futuros lanzamientos. Nissan tiene objetivos concretos que ahora podrían verse alterados, lo que a su vez podría causar una pérdida de competitividad con respecto a otras marcas, lo que a su vez supondría reducir los beneficios. Es la pescadilla que se muerde la cola. La tensa situación ha obligado, como es lógico, a hacer recortes. El primero que los ha hecho, a modo de ejemplo, ha sido el propio Uchida, que se ha recortado su salario a la mitad. Además, los japoneses esperan reducir su masa laboral en un 20%, aproximadamente, en todo el mundo. Cifra que supone el despido de 9.000 personas.
Entre los proyectos más inmediatos, Nissan presentará el próximo año la renovación del LEAF, que ahora tendrá formato SUV. También plantea otros grandes lanzamientos como el Nissan Micra, que será un modelo estrechamente unido al Renault 5. También hay intereses desde el punto de vista energético. Los japoneses llevan años anunciando sus baterías de estado sólido. Asegura que las tendrá listas a partir de 2027. Mientras tanto, en mercados como China, se ha asociado con grandes fabricantes locales para desarrollar y sacar a la venta coches eléctricos como el Nissan N7, fruto de la colaboración con Dongfeng.
La gran pregunta es ¿cómo una marca como Nissan ha podido llegar a esta situación? Nissan fue la primera compañía en tener un eléctrico de masas, el LEAF. Fue la empresa que dio origen a la era comercial de los SUV con su tridente estrella, el Qashqai, el Juke y el X-Trail. Los tres tuvieron un gran éxito a escala mundial, pero hoy, salvo el Qashqai, apenas se venden. Desde la salida precipitada y polémica de Carlos Goshn nada ha vuelto a ser igual. La sucesión de CEOs y otros directivos no ha resuelto el problema, todo lo contrario. La estrategia de ahora me voy y ahora vengo en Europa ha dinamitado su privilegiada posición. Nissan podría entrar en quiebra en apenas un año si sigue así.