En un mundo globalizado es esencial poder competir en igualdad de condiciones para que exista el libre mercado. Estados Unidos y Europa siempre han mantenido una buena amistad en términos comerciales, pero la llegada del coche eléctrico ha enfrentado a ambas potencias. La Administración Biden está decidida a hacer de Norteamérica uno de los territorios más limpios del mundo, aunque su estrategia de bonificación a los coches eléctricos ha sido muy criticada en todo el mundo. Tras meses de negociaciones, los americanos han dado el primer paso para un entendimiento, si bien por el momento no se puede decir que el acuerdo sea plenamente satisfactorio.
A mediados de año pasado, el presidente Joe Biden, ante la elevada inflación nacional, anunció una ley que trataba de combatir el encarecimiento de los productos. Dentro de ella, con una dotación inicial de 430.000 millones de dólares, se incluía una lista de exenciones fiscales por la compra de coches eléctricos. La controversia saltó cuando se comprobó que sólo los coches producidos en Estados Unidos podían acogerse a esas ayudas. Inmediatamente, países exportadores como Corea, Japón y toda Europa lanzaron numerosas críticas a la Casa Blanca por la medida. Una ley que, según ellos, viola el libre comercio internacional. Las marcas extranjeras no podrían competir en igualdad de condiciones. Al no poder acogerse a esos numerosos beneficios fiscales, los modelos europeos se verían perjudicados frente a los competidores locales.
Durante estos últimos meses, una mesa de políticos y altos directivos ha estado negociando con el Gobierno americano para poder llegar a un entendimiento. Coreanos y japoneses ya llegaron a un acuerdo similar, algo completamente esencial para marcas como Hyundai y KIA. Ellas dos solas venden más coches eléctricos que todos los fabricantes extranjeros. La situación europea es mucho más compleja al haber muchas más marcas en juego. Durante semanas, las conversaciones parecían haber llegado a un punto muerto.
El programa de beneficios empezará el próximo 1 de enero y ayer mismo Estados Unidos dieron un paso en la buena dirección al comunicar que los fabricantes europeos podrán beneficiarse de las ventajas fiscales cuando sus eléctricos se vendan a empresas, pero no a consumidores privados. Aunque la propuesta sigue limitando el acceso al conductor particular, abrir la veda a las empresas ya supone un alivio considerable. Compañías de alquiler de coche podrán comprar modelos europeos y beneficiarse de los mismos descuentos que si se tratase de una marca nacional.
La Comisión Europea ha acogido la noticia con satisfacción, aunque con cierta cautela. La mesa de negociación todavía está molesta al no poder incluir el mercado privado. Estados Unidos sigue exigiendo que los coches eléctricos particulares deben tener su ensamblaje dentro de sus fronteras. Se espera que durante los próximos meses las negociaciones continúen, aunque el acuerdo no es nada sencillo.
Por su parte, Europa no ha puesto ningún impedimento a los americanos para la libre exportación de sus eléctricos al Viejo Continente. Esa liberalización supondrá el regreso de marcas icónicas. General Motors ya ha anunciado su vuelta a Europa con una gran flota de coches eléctricos bajo el brazo.