Después de varios años de silencio, NanoFlowcell vuelve a los titulares. La startup suiza estuvo presente en los salones de Ginebra de 2014, 2015 y 2016 presentando tres prototipos eléctricos espectaculares, no solo por su diseño, sino por su tecnología: Quant, Quant FE y Quantino. Con un carácter muy deportivo, y englobados en diferentes segmentos, la innovación fundamental estaba en su alimentación eléctrica: baterías de flujo. Con ellas, eliminaba de un plumazo todos los hándicaps de los coches eléctricos: autonomía, velocidad de carga y precio.
Sin embargo, la intención de la empresa no era convertirse en un fabricante de coches eléctricos, sino vender su tecnología a terceros. Pese a ello, dos años después, justo antes de la pandemia, confirmaba un pedido por parte de un consorcio internacional de inversores de 500 unidades del Quant 48VOLT y 25.000 del Quantino 48VOLT.
Nuevo rumbo
Ahora, la empresa que primero tuvo su sede en Liechtenstein, luego en Suiza y ahora en Londres, ha anunciado la apertura de una sucursal en Estados Unidos: NanoFlowcell USA LLC, situada en Nueva York. Junto a esta nueva oficina se presenta además un nuevo modelo, el Quantino 25. Bajo ese apelativo, está su intención de celebrar el 25 aniversario de su oficina de diseño, porque en realidad es tan solo una versión descapotable, tipo Targa, y ligeramente actualizada, del Quantino de 2016.
Puede verse en esta decisión un intento por aprovechar los subsidios gubernamentales de la famosa Ley de Reducción de la Inflación de Biden. A mediados de 2021, ante la elevada inflación, la Administración estadounidense anunció una ley para combatir el encarecimiento de los productos que incluía exenciones fiscales por la compra de coches eléctricos. En principio, solo estaba destinada a los fabricados en Estados Unidos, aunque las últimas negociaciones tratan de cambiar esa 'peculiaridad'.
Verdad o humo en la tecnología de NanoFlowcell
El Quantino 25 es un compacto cupé de 2+2 plazas que sigue contando con cuatro motores eléctricos, cada uno de 59 kW, funcionando a una tensión de solo 48 V, bajo la tecnología patentada de la empresa. La potencia total le permitirá pasar de 0 a 100 km/h en menos de tres segundos.
Aquí es donde arrancan las controversias y las dudas sobre este proyecto. Durante estos 25 años, NanoFlowcell ha estado trabajando en la tecnología de las baterías de flujo. No se trata de una idea de ciencia ficción. Ni siquiera es novedosa. Fue desarrollada originalmente por la NASA y emplea un principio físico bastante simple. La energía eléctrica se almacena en dos fluidos electrolíticos separados en tanques diferentes, en los que se disuelven los productos químicos que almacenan las cargas. La electricidad se libera al hacer pasar estos fluidos a través de una celda redox que contiene una membrana de intercambio de iones.
Estas baterías aportan muchas ventajas. Los tiempos de recarga dependen únicamente de la cantidad de líquido que integre los tanques. La durabilidad de la celda redox es de más de 10.000 ciclos de carga y descarga. Es completamente segura, ya que ninguno de los líquidos es inflamable. Su impacto en el medioambiente es muy reducido por la composición de los líquidos y la reciclabilidad de los productos de la reacción. Por último, es una tecnología de bajo coste, ya que el precio de los líquidos es del orden de 10 céntimos por litro.
Todas estas características las hacen ideales para soluciones energéticas estacionarias de gran tamaño, porque su gran inconveniente es la baja densidad energética. Precisamente, es aquí donde se ciernen las dudas sobre NanoFlowcell. Según la compañía, con sus dos depósitos de 125 litros, el Quantino 25 podría recorrer más de 2.000 kilómetros. Una densidad energética que es muy superior a la de cualquier batería actual o futura. ¿Es posible llegar a estas cifras con una tecnología que, precisamente, tiene en la baja densidad de energía su mayor problema?