Tradicionalmente, la transmisión de las bicicletas, convencionales y eléctricas, requiere de una cadena metálica que traslada el giro de los pedales y el plato a los piñones. La sustitución de esta cadena metálica por una correa de carbono, que antes estaba reservado a bicicletas de muy alta gama, ahora, con el avance de la tecnología y la generalización de las bicicletas eléctricas, empieza a popularizarse. Si bien sigue sin ser posible hacerse con una bicicleta que disponga de esta transmisión por 500 euros, ya no es complicado encontrarlas por precios que pueden considerarse asequibles.
Generalmente, la sustitución de la cadena de eslabones metálicos por una correa de carbono se considera una mejora. En lugar de una tecnología que ya tiene cientos de años, como son las cadenas de metálicas que precisan ser engrasadas y un alto grado de mantenimiento, la transmisión por correa utiliza caucho reforzado con fibra de carbono para transferir potencia a la rueda trasera. Con el desarrollo de esta tecnología, los precios han ido cayendo, de manera que ya es posible encontrarlas en algunas bicicletas eléctricas por poco más de 1.000 euros que disponen de este tipo de transmisión.
Sin embargo, no todos son ventajas a la hora de optar por ellas. Son muchas las características que las hacen preferibles, sobre todo cuando se trata de una bicicleta eléctrica, pero hay que tener en cuenta que en algunos casos, es necesario renunciar a algunas cosas importantes.
Ventajas de la correas de caucho en las bicicletas eléctricas
La ventaja fundamental y elemental de este componente es la prácticamente nula necesidad de mantenimiento que requiere. Las cadenas de eslabones metálicos precisan una lubricación y limpieza prácticamente constantes, sobre todo si se trata de bicicletas de montaña. Por el contrario, una correa se conformará con una limpieza con agua en un par de minutos.
La presencia de una correa obliga a que el sistema de cambio tenga que ser interno, ya que no es posible instalar ningún tipo de desviador. Esto supone que se elimina de un plumazo la suciedad en los piñones y la necesidad de realizar ajustes para que el la cadena quede perfectamente enfrentada a cada uno de los piñones en cada relación. Sistemas de cambio como el Shimano Nexus en bicicletas más económicas, o el Enviolo CVT y el Rohloff en bicicletas de más alta gama son una magnifica alternativa.
En una bicicleta eléctrica asequible con transmisión por correa es habitual encontrarse con que se prescinde directamente del cambio, empleándose un único piñón, ya que el propio sistema eléctrico de la bicicleta puede configurarse para ofrecer más o menos asistencia y suplir su falta.
Si bien se podría pensar lo contrario, la durabilidad de una correa de carbono no es inferior a la de una cadena. Las transmisiones por correa de carbono para bicicletas eléctricas de Gates Carbon Drive pueden llegar a durar hasta 80.000 kilómetros antes de precisar ser sustituidas, según afirma la propia marca.
La correa es también más suave y silenciosa cuando la bicicleta está en movimiento, de manera que es posible escuchar el "silencio" o el leve zumbido del motor eléctrico al ponerse en marcha. También son más livianas que las transmisiones metálicas, aunque en el caso de las bicicletas eléctricas, esta característica pierde importancia porque estas, ya de por sí, suelen ser bastante pesadas.
Para aquellos que van al trabajo o hacen sus desplazamientos más habituales en una bicicleta eléctrica esta resulta ser mucho más limpia, evitando que queden manchas de grasa en las perneras de los pantalones, en los tobillos o en el calzado.
Desventajas de las correas de caucho en las bicicletas eléctricas
La primera desventaja apreciable de las correas de caucho ofrecen muchas menos opciones a la hora de seleccionar componentes que las cadenas metálicas. Para estas hay cientos de posibilidades para configurar piñones, casetes, platos, desviadores, etc. En el caso de las correas, la escasa cantidad de fabricantes y sistemas patentados limita las posibilidades de modificación y personalización.
Otra característica importante a la que obliga una transmisión por correa es la compatibilidad con el cuadro de la bicicleta. En el caso de la cadena metálica, en la que es posible abrir un eslabón para atravesarlo, esta suele pasar de fuera a dentro de cuadro a través de la vaina que une el pedalier con el eje de la rueda trasera. En el caso de la correa, al no poder dividirse, es preciso colocar una unión atornillada en el cuadro para poder incorporarla o rediseñar una vaina elevada que se sitúe toda ella por encima de ella. El prototipo de la primera bicicleta presentado por Harley-Davidson hace unos días, es una muestra de este diseño.
En el caso de las bicicletas eléctricas de doble suspensión, la transmisión por correa también supone un problema, puesto que, al contrario de lo que ocurre con las cadenas de eslabones, que si permiten darles tensión, en el caso de la correa esto no es posible.
La eficiencia de las correas de transmisión también es inferior. Se trata de un problema técnico que se debe al material con el que están construidas, algo más elástico que el metal. Por eso es necesario realizar un poco más de esfuerzo sobre los pedales para lograr la misma respuesta que con una cadena metálica. Sin embargo, una vez más, en el caso de las bicicletas eléctricas este efecto queda diluido por la asistencia que ofrece el motor.
Por último, probablemente su desventaja más importante esté en su coste. Si bien se está reduciendo el precio de las bicicletas eléctricas que implementan esta solución, la tecnología es bastante nueva y los materiales son más caros, por lo que no es posible contar con una correa de transmisión de carbono en las bicicletas de acceso a la gama.
Gracias a que la tecnología sigue avanzando, y a que las ventas de bicicletas se están incrementando de manera considerable, la economía de escala permitirá que se reduzcan los precios. También son cada vez más los fabricantes de bicicletas que las implementan y los suministradores que las ofrecen en sus modelos.