Sería injusto comparar a España con Noruega en el segmento de los vehículos enchufables. El país escandinavo tiene mayor proporción de eléctricos respecto a los motores de combustión del mundo gracias a una serie de factores. Los noruegos tienen un sistema de desincentivación de la compra de coches propulsados por motores de combustión desde hace varios años. No solo es más caro comprar un automóvil de gasolina o diésel, sino que además el veto a este último combustible está fijado para el año 2025. En España, hasta hace unas semanas no se confirmó la fecha, 2040. Los usuarios de eléctricos o híbridos enchufables tampoco tienen que pagar peajes en las autopistas noruegas y pueden circular por el carril bus VAO con el objetivo de agilizar el tráfico.
Además, la renta per cápita del país escandinavo es tres veces superior al español, lo que propicia la compra de enchufables mientras que para los ciudadanos españoles el precio de un coche eléctrico es el principal factor en la decisión de compra. Sin embargo, el espejo de España está en su misma península.
El pasado 22 de noviembre José Gomes Mendes, secretario de Estado de Medio Ambiente portugués, anunció que 5 de cada 100 coches vendidos en Portugal son eléctricos. Si se añaden los híbridos enchufables, el conjunto de vehículos de cero emisiones representa un 5,5% del parque automovilístico del país. En España, la tasa es del 1,29%, y, aunque las estimaciones apuntan al crecimiento en 2019, sigue siendo cuatro veces inferior a la portuguesa.
¿Qué diferencia a Portugal?
Portugal quiere convertirse en una de las referencias del coche eléctrico en Europa en los próximos años. Sus Presupuestos Generales del Estado ya cuentan con incentivos para su compra y las ventas se están disparando: solo en 2018 se vendió más que en todos los años anteriores. Tanto los coches eléctricos como los enchufables están exentos del impuesto de matriculación, además el Impuesto de Valor Añadido (I.V.A.) es deducible, por lo que se genera un beneficio fiscal añadido.
Portugal cuenta también con una reserva importante de litio (60.000 de los 16 millones de toneladas métricas que hay en el mundo) y ese es el principal atractivo del país luso, ser un proveedor de una de las materias primas más importantes para las baterías de nueva generación. El Gobierno portugués ha recibido en 2018 más de 40 solicitudes de empresas e inversores extranjeros para licitar sus proyectos y liderar, junto a países como Alemania, la producción de las unidades de carga con la que se fabricarán los futuros modelos en Europa.
Es cierto que en España ha crecido el número de matriculaciones de vehículos enchufables en el último año (un 41% más interanual en los diez primeros meses) con un total de 73.752 nuevas unidades, pero sigue ocupando los últimos puestos europeos. Comparado con países de su propio rango en cuanto a la renta per cápita, solo Italia está por detrás. Tampoco existe un plan de incentivos, ni ningún proyecto estatal asociado a la implantación de una red de carga. Esta es precisamente la asignatura pendiente tanto de Portugal como de España: crear una infraestructura para habilitar puntos de carga para enchufables en la península. La Unión Europea calcula que para ambas regiones, a las que añade Italia, construir dicha infraestructura supondría un coste de 12.000 millones de euros, por lo que se requerirán una actuación conjunta de las regiones, al menos, en la Península Ibérica.