En muchas ocasiones se escucha el mito de que un coche eléctrico, considerando su vida completa desde la fabricación hasta el desguace final es más contaminante que un coche de combustión. Una afirmación que se asienta sobre todo en poner sobre las espaldas del proceso de fabricación de las baterías un gran porcentaje de la contaminación en diferido de un vehículo eléctrico. Cuando se compara con un coche de combustión siempre se deja de lado la consideración de la energía que se necesita para que la gasolina o el diésel con los que se llena su depósito. Este vídeo editado por el canal de Youtube GasTroll con la ayuda de Fully Charged desmonta este mito y demuestra lo absurdo que resulta utilizar la energía en un coche de combustión en lugar de en uno eléctrico.
El vídeo explica la energía que se necesita para llevar el petróleo desde el subsuelo hasta el tanque de un coche de combustión. Este puede extraerse de los yacimientos petrolíferos que se encuentran, de media, a 1.800 metros bajo la superficie terrestre, y que necesita ser bombeado. Para ello se emplean bombas de varilla que precisan para impulsarse cada mes un promedio de 9.960 kWh, lo que equivale a la energía que precisa un Tesla Model 3 para recorrer 56.000 kilómetros. Solo en Estados Unidos hay 435.000 pozos de petróleo que emplean estas bombas y que necesitan 4.300 GWh mensuales para extraer ese petróleo del subsuelo, suficientes para mover más de 15 millones de vehículos eléctricos al mes.
El petróleo también se extrae de los fondos marinos mediante plataformas petrolíferas. Para alimentarlas se emplean generadores diésel que necesitan entre 20 y 30 toneladas de combustible al día, lo que equivale a 300.000 kWh con los que se podría alimentar a 19,5 millones de vehículos eléctricos.
Esta es la cantidad de energía que se necesita para extraer el petróleo del subsuelo de Estados Unidos y en alta mar en todo el mundo. Pero también hay emisiones en el transporte. En el mundo hay 542.000 kilómetros de oleoductos que transportan los más de 100 millones de barriles diarios que se consumen. Para moverlo se necesitan estaciones de bombeo que precisas de más energía.
El petróleo también se transporta por barco en lo que se utiliza el combustible más sucio y contaminante, aprovechando la escasa regulación de la contaminación en los océanos. A este sector se le atribuyen 1.000 millones de toneladas de CO2 anuales, de los que el 10% se corresponden con el transporte de petróleo.
A continuación el petróleo tiene que ser refinado, que se realiza calentando el crudo a 420ºC. Calentar los 100 millones de barriles diarios requiere todavía más energía. Las refinerías son el principal foco de contaminación en aquellos lugares en los que se ubican.
Por último el petróleo tiene que ser transportado a las estaciones de servicio a bordo de camiones que precisan más energía e introducido en los tanques desde donde se dispensa a los vehículos. En su uso final, la gasolina o el diésel se emplean en unos motores, los de combustión, que son muy ineficientes. Tan solo aprovechan el 30% de la energía que contiene, mientras que el otro 70% se pierde en forma de calor.
En el caso del coche eléctrico, la electricidad que necesita para funcionar no es necesario ni bombearla, ni transportarla, ni refinarla. Se fabrica lejos de los lugares en los que viven las personas, por lo que la contaminación queda lejos de la población. Si la electricidad se produce con energías renovables el proceso es limpio de principio a fin. En Estados Unidos se produce el 47% de la electricidad con fuentes renovables, mientras que en Europa es un 56%. Estos porcentajes crecen cada año a medida que las centrales que emplean tecnologías más obsoletas se sustituyen por las menos contaminantes.
La minería del litio
El litio es el principal componente de las baterías de los vehículos eléctricos y su extracción es a menudo utilizada por sus detractores para atacarlo. Se extrae de los desiertos de Australia, China, Argentina y Chile y, además de emplearse en las baterías también se usa como un medicamente para el trastorno bipolar.
Australia es el mayor productor de litio del mundo. Sin embargo allí no se habla de esta industria como su problema de contaminación de mayor calado. Allí se consume el 1% del petróleo mundial y se refina el 0,25%. Sin embargo se extrae el 50% del litio de todo el mundo. En este escenario son las refinerías de petróleo las que más contribuyen a la contaminación, sin contar con el bombeo, el transporte y la quema. Toda la extracción de litio que se ha realizado hasta la fecha no ha causado un problema medioambiental más grande que un solo derrame de petróleo en el mar.
Además del litio, el proceso final que sufre una batería cuando acaba su vida útil en el vehículo también es objeto de crítica. Sin embargo, tras extraerse de estos, todavía le quedan dos fases antes de finalizar su vida. La primera es la reutilización en sistemas estacionarios de energía, por ejemplo. La segunda es el reciclado que permite recuperar buena parte de los materiales que las componen para volver a la cadena de producción.
Conclusiones
Parece bastante absurdo gastar ingentes cantidades de energía para llevar el petróleo desde el subsuelo hasta el tanque de un coche de combustión, para que luego este solo aproveche el 30% de la energía disponible. Parece más lógico y ético usar esa electricidad para alimentar directamente vehículos eléctricos, que eliminan esas ineficiencias y contaminan lejos de los lugares en los que hay población.
Adjuntamos dos versiones del vídeo:
VERSION ORIGINAL editado por GasTroll con la ayuda de Fully Charged.
VERSION TRADUCIDA producido por Todos Eléctricos y narrado por Paco Culebras.