En las últimas décadas, la bicicleta ha impregnado la cultura deportiva de España. Según la encuesta de hábitos deportivos, en nuestro país hay más bicicletas que balones, y esto se refleja en un enorme impacto económico: el ciclismo representa más del 25% de la facturación del sector deportivo de nuestro país.
Pero la bicicleta, además de un fantástico recurso para el ocio, el deporte y el acceso a espacios naturales, se ha ido consolidando en las dos últimas décadas como una herramienta de movilidad esencial en el sistema de transporte en nuestros pueblos y ciudades.
Al igual que ocurrió hace décadas con el deporte, la bicicleta se ha ido integrando en nuestro día a día como medio de transporte cotidiano. En un mundo donde las ciudades enfrentan desafíos crecientes como la congestión del tráfico, el ruido, la contaminación y la necesidad urgente de reducir las emisiones de carbono, la bicicleta emerge como una solución eficaz, sostenible, accesible y saludable.
Además, lejos de tener que recurrir a los clásicos de Países Bajos, Alemania o Dinamarca, España se llena de buenos ejemplos de ciudades grandes, medianas y más pequeñas que han apostado por la bicicleta como medio de transporte con tal éxito, que ahora son parte de su ADN.
Barcelona, Valencia, Sevilla o Vitoria son solo algunos ejemplos de cómo la apuesta por redes de carriles bici de calidad -segregados, continuos y seguros-, sistemas de bicicleta compartida y redes de aparcamiento funcionan y se convierten en parte esencial del día a día de sus ciudadanos.
La bicicleta como parte integral del sistema de transportes
El reciente anuncio del presidente del Gobierno de dotar de 40 millones de euros al fomento del uso de la bicicleta es buena muestra de que las cosas han cambiado mucho en pocos años. Europa, España y miles de municipios se han alineado con una demanda social muy clara: la gente quiere poder moverse en bicicleta de forma ágil, cómoda y segura allá donde viven.
De los 40 millones anunciados por Gobierno central, 20 millones estarán destinados a subvencionar la compra de bicicletas eléctricas (el vehículo eléctrico más usado en España), tanto para particulares como para empresas de reparto que las utilicen en sus operaciones de logística urbana. Esta medida facilitará el acceso a la bicicleta a más personas y también contribuirá a reducir las emisiones ligadas al transporte, que son las únicas que siguen en aumento respecto al resto de sectores.
Los otros 20 millones de euros irán destinados a otra política pública de enorme éxito: los sistemas de bicicleta compartida. Sin duda, una de las mejores medidas para acercar la bicicleta a más gente, fomentar su uso entre aquellas personas que no tienen aún una bicicleta o usuarios esporádicos.
Es por eso que desde la Asociación de Marcas y Bicicletas de España (AMBE), celebramos esta iniciativa y trabajamos estrechamente con las diferentes administraciones estatales, autonómicas y locales en impulsar las políticas que el fomento de la bicicleta requiere.
Por otro lado, identificamos también como una oportunidad la Ley de Movilidad Sostenible. Esta ley es un paso crucial para garantizar que las políticas públicas favorezcan el uso de la bicicleta y promuevan un sistema de transporte más equilibrado, seguro y respetuoso con el medio ambiente.

La infraestructura: la gran asignatura pendiente
Sin embargo, para que la bicicleta se convierta en un medio de transporte accesible a todas las personas (independientemente de su edad o condición física), la infraestructura es esencial. Y esta es la asignatura pendiente en muchas ciudades, pueblos y territorios de España.
Las ciudades que han conseguido multiplicar el uso de la bicicleta como medio de transporte, independientemente de su tamaño, orografía y características, siempre lo han conseguido a través de redes de carriles bici completas, conectadas, segregadas y de calidad.
De París a Vitoria, esa ha sido la clave para integrar la bicicleta en un sistema de transporte que responda a las necesidades de todos.
Según el último Barómetro de la Bicicleta de la Red Bici, la sensación de inseguridad por la falta de infraestructura ciclista es uno de los principales motivos por los que muchas personas que desean usar la bicicleta como medio de transporte no lo hacen. Garantizar esta infraestructura es, por tanto, una prioridad absoluta.
La colaboración como clave del éxito
Desde AMBE, somos conscientes de que la transición hacia un sistema de transporte más sostenible requiere la colaboración de todos los actores implicados. Quizás por primera vez gobiernos, empresas, asociaciones y la opinión pública están alineados en la necesidad de transformar nuestras ciudades para mejorar la calidad de vida de todos.
La bicicleta es clave en esta transformación hacia pueblos y ciudades más competitivos, con calidad de vida y amables con todos sus habitantes, y estamos comprometidos con una colaboración que nos permita que la movilidad del futuro no deje a nadie atrás.