La experiencia que supone salir al medio rural con una bicicleta es impagable, pero es importante tener claros ciertos conceptos para disfrutar al máximo. Y también es muy importante que protejamos el medio en el que nos movemos, por conciencia medio ambiental y para poder perdurar nuestra afición lo máximo posible. Desde hace ya un tiempo se viene hablando de que la bicicleta es un medio de transporte sostenible, saludable y económico. Y que, además, ofrece múltiples beneficios tanto para las personas como para el planeta. Pero, para que todo ello se pueda producir, es importante que nosotros, como usuarios, pongamos también mucho de nuestra parte.
En la defensa de la bicicleta de montaña, y en especial de las bicicletas eléctricas, que en los últimos tiempos vienen siendo acusadas de que gran parte de la culpa de la masificación en determinadas zonas rurales de nuestra geografía es de ellas, diremos que tienen una importancia añadida en el campo o en la montaña, ya que pueden facilitar el acceso a servicios esenciales, promover el turismo (ayudar al impulso de la economía en lugares prácticamente abandonados), así como contribuir a la conservación de la biodiversidad.
Una de las entidades que más está luchando por la defensa de la bicicleta en general y de la de montaña en particular, es la AMBE (Asociación de Marcas y Bicicletas de España), donde Jesús Freire, Secretario General, valora muy positivamente los beneficios que tiene practicar deporte al aire libre, así como los positivos efectos económicos que supone esta actividad para las poblaciones ubicadas en zonas de montaña: “Los beneficios son muy evidentes, por eso hay que fomentar la promoción del deporte y del cicloturismo en zonas de montaña: impulsando el turismo activo, sostenible, saludable y desestacionalizado. De hecho, y así lo demuestra el informe que AMBE publica anualmente, la bicicleta de montaña es una de las más populares entre los usuarios en España”
¿Por qué tenemos que cuidar del medio ambiente?
Puede resultar un poco simple la pregunta porque, seguramente, la respuesta suene obvia. Pero hay que ir un poco más allá: y es que los ciclistas de montaña tenemos algo que nos hace diferentes a los ciclistas de otras modalidades, básicamente por el hecho de estar en contacto con la naturaleza: ese 'hecho' debería generar en nosotros un instinto de protección, un contínuo aprendizaje de los valores que nos aporta estar en contacto con la naturaleza; una especie de instinto de protección al medio por el que nos movemos, por lo que está en nuestras manos poder seguir disfrutando de él, aunque creamos que hemos perdido esa batalla.
Pero es que, además, todos los que practicamos ciclismo en lugares masificados estamos viendo como se nos va poco a poco prohibiendo el uso de la bicicleta en los caminos, por lo que está (en parte) en nuestras manos revertir o, al menos, que no vaya a más, esta situación que va a acabar con nuestro deporte favorito.
Así que hemos traído una serie de recomendaciones que, aunque en la teoría todos nos las sabemos, no está de más recordarlas para ponerlas en práctica y que, de esa manera, y entre todos, cuidemos un poco más del medio que nos hace tan felices, para poder disfrutar de él durante mucho tiempo.
Circular por la montaña hace que tengamos que prestar más atención a determinados aspectos que si lo hacemos por el negro asfalto: nadie en las carreteras o ciudades se preocupa si desgastamos el asfalto o si, al pegar cuatro gritos, molestamos a alguien.
Montar en bicicleta por la montaña conlleva un respeto añadido: el 'perfecto usuario' de la bicicleta de montaña ha de tener una especial sensibilidad hacia lo que nos rodea. Y es que hay que amar el medio en el que montamos, cuidar y mantener (sin excusas) lo que nos encontramos. Es importante no modificar el entorno, no hay que molestar a la fauna ni destruir la flora. Es muy importante que seamos respetuosos con el resto de usuarios: y es algo en lo que hay que tratar de mejorar porque, desgraciadamente, las molestias ocasionadas a otros usuarios de la montaña está siendo uno de los motivos por los que la opinión pública se está echando encima de los ciclistas de montaña.
Por ejemplo, hay que frenar (aminorar el ritmo) ante otros usuarios: una norma no escrita habla de que los caballistas son los que tienen la preferencia ante los senderistas y, después, los ciclistas, es decir, que somos los últimos en cuanto a preferencia de utilización.
¿Por qué tenemos que cuidar de nosotros mismos?
Una forma de disfrutar de nuestra pasión (y esto no va solamente con el ciclismo de montaña) es que la experiencia ciclista no pueda con nosotros. Todos sabemos que el ciclismo es un deporte duro en el que se sufre. Pero una cosa es un sufrimiento controlado y otras es un sufrimiento que nos llegue a hacer aborrecer el ciclismo. Para ello hay unas pautas que seguir que creemos interesantes y que, con un poco de dedicación, podremos convertir nuestras salidas en bicicleta en algo verdaderamente placentero y, sobre todo, motivacional.
En primer lugar es muy importante tener la cabeza bien preparada antes de salir a dar pedales: por muy bien que nos encontremos físicamente, nuestra ruta puede ser un suplicio si la cabeza está en otra parte, como puede ser en problemas laborales, familiares o económicos. Es un apartado a trabajar antes de salir, hay que comenzar una ruta con la cabeza 'limpia’ de malos pensamientos.
El cuerpo, como es lógico, es la parte más importante. Así que tenemos que cuidarlo, y no solamente dando pedales: algo fundamental para rendir a tope en una salida es haber descansado correctamente. Por ejemplo, un deportista profesional duerme unas 10 horas diarias para obtener un descanso reparador. A nosotros, que no lo somos, se nos recomienda al menos un descanso de 8 horas mínimo.
Otro apartado muy importante para el físico es haber tenido un entrenamiento adecuado: a lo mejor para salidas esporádicas este aspecto tiene menos relevancia ya que, con las propias salidas entrenamos lo suficiente. Pero si en nuestra mente está el realizar retos de algún tipo, tenemos que haberlo preparado con antelación. Ya sea un reto de alto nivel (prueba competitiva) o una salida algo más difícil de las que habitualmente realizamos, hay que prepararse. Existen hoy en día en internet multitud de tutoriales que nos muestran diferentes entrenos que, ojo, han de servirnos para pasarlo bien y motivarnos, no para estresarnos. La técnica, no lo olvidemos, es otro aspecto que también hay que entrenar: puede ser muy motivador el salir a practicar ciertos aspectos de la conducción, como pueden ser realizar descensos repetidos, subidas técnicas…
Preparar una salida también ha de tener en cuenta tanto la alimentación como la hidratación: una correcta alimentación puede servirnos de motivación extra, algo que además nos va a servir para nuestro día a día. Y es que cuidarnos para practicar nuestro deporte nos va a servir para cuidar nuestro cuerpo en general. Todo ello nos va a ayudar a sentirnos mejor con nosotros mismos. Y ello se va a traducir, inmediatamente, en una mayor satisfacción y, como consecuencia, mayor rendimiento sobre nuestra bicicleta.
La hidratación es un tema que hay que tener muy presente también cuando montamos en bicicleta: hidratarse tiene por objetivo reemplazar los líquidos naturales que el organismo gasta a través de la sudoración o transpiración. Y, también, porque nuestro cuerpo es agua en un 60% (y un 80% de nuestra masa muscular y en un 85% de nuestra sangre), antes de salir de ruta hay que beber.
Por supuesto, cuando estamos montando en bicicleta, conviene beber antes de tener sed. Lo normal es que bebamos, aproximadamente, cada 15-20 minutos desde el inicio de la ruta, siendo siempre mejor varios tragos cortos que uno prolongado. Lo suyo es que cada uno sea de unos 100 o 150 ml, lo que significa que, en una hora, deberíamos haber bebido entre 500 y 600 ml, más o menos lo que tiene un bidón pequeño de hidratación. Cuando el calor apriete, lo normal es que el tiempo entre tomas disminuya y la cantidad a ingerir aumente.
Y, por supuesto, también hay que cuidar de nuestra bicicleta
La mecánica es una parte que, supuestamente, no podemos controlar. ¡O sí!...Es muy importante realizar un buen mantenimiento a nuestra montura, lo que supondrá evitar muchos males cuando estemos por el monte. Siempre tenemos que llevar con nosotros un mínimo de material para afrontar ciertos imprevistos: una llave multiherramientas, un pequeño alicate para las tuercas de las válvulas, desmontables, cámara de repuesto y bomba, (esto último incluso aún teniendo tubelizados los neumáticos). O, en su defecto, un kit de reparación tubeless con mechas para tapar los agujeros. Por cierto, tan importante como llevar material es saber utilizarlo: no está de más practicar algo en casa con ciertas operaciones.
No hace falta llevarse el taller a cuestas pero, evidentemente, cuanto más podamos llevar menos dependeremos de que nos vengan a buscar. Por cierto, el móvil que esté siempre bien cargado por lo que pueda pasar, así como la batería de nuestra eBike.
Conclusión
Está en manos de todos que podamos seguir disfrutando de la bicicleta de montaña. Los responsables de las administraciones, de las asociaciones ecologistas y de las propias del ciclismo, deberán hacer su trabajo y entenderse para poder tener la mejor convivencia posible y que el ciclismo de montaña sea visto como un factor positivo al desarrollo rural, y no como un enemigo. Pero nosotros también tenemos ‘trabajo’ por delante: hacernos respetar. Y para ello, lo primero que tenemos que hacer es respetar, tanto al medio por el que nos movemos como a los otros usuarios del mismo.
Y es que tenemos una afición muy grande, bonita y pasional, que nos permite disfrutar de muchas formas y que deberíamos proteger, que nos permite, no solo disfrutar de la propia actividad física, sino también de los preparativos que hemos comentado, las experiencias vividas (¡las buenas y las menos buenas!), el compañerismo, la adrenalina de la competición... En fin, que todo es un aliciente para seguir dando pedales.