El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, hace realidad una medida que impactará de manera significativa sobre el comercio internacional: un arancel del 25 por ciento a los vehículos fabricados fuera del país que entrará en vigor el 2 de abril.
Desde la Casa Blanca, el presidente explicó que esta política surge para contrarrestar lo que él califica como un abuso del resto de países sobre EE.UU: “Vamos a cobrar a los países por hacer negocios en nuestro país y por quitarnos nuestros empleos, nuestra riqueza y muchas cosas que nos han estado quitando a lo largo de los años prácticas comerciales injustas”.

Los aranceles de Trump los pagarán los compradores
Según el anuncio, la nueva medida no se limitará únicamente a los automóviles importados, sino que también abarcará componentes esenciales como motores, transmisiones y otras piezas clave. Se prevé que los aranceles a estos insumos se apliquen “a más tardar el 3 de mayo”, tal como se establece en el decreto presidencial.
Asimismo, se especificó que las piezas provenientes de Canadá y México, siempre que cumplan con el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), estarán exentas de la medida hasta que la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza implemente un sistema para identificar componentes no fabricados en el país.
Trump comentó haber mantenido conversaciones directas con los gigantes del sector automotriz, Stellantis, Ford y General Motors. “Aquellas compañías que ya cuentan con plantas de producción en territorio nacional se verán beneficiadas. Y las que aún no lo hacen, tendrán que adaptarse y construir sus fábricas aquí”, afirmó. Como resultado del anuncio, las acciones de estas importantes empresas sufrieron descensos en las operaciones posteriores al cierre del mercado.

Ante este panorama, la industria parece dispuesta a trasladar los costes adicionales a los compradores. Los expertos señalan que esta medida podría generar un efecto dominó en la industria, elevando de forma notable el precio de los vehículos nuevos para el consumidor estadounidense. En 2024, aproximadamente la mitad de los 16 millones de automóviles, SUV y camionetas ligeras adquiridos en Estados Unidos fueron importados, lo que implica que una gran parte del mercado podría enfrentar incrementos en sus precios.
Según el análisis realizado por el grupo de expertos Anderson Economic Group, el coste de producción de vehículos ensamblados en plantas estadounidenses podría aumentar entre 3.500 y 12.000 dólares, ya que es muy difícil trasladar toda la cadena de suministro a territorio nacional sin incurrir en gastos significativos.

Reacciones en Europa, Canadá y Japón
Reacciones internacionales no se hicieron esperar. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, criticó la medida, aunque señaló que la Unión Europea se tomará el tiempo necesario para evaluar y decidir una respuesta adecuada. Mientras tanto, el primer ministro de Ontario, Doug Ford, instó a Canadá a responder de manera firme, afirmando en redes sociales que el país debe mantenerse unido y preparado para implementar aranceles de represalia si fuera necesario.
Por su parte, Japón también está valorando sus opciones ante la medida. El primer ministro japonés, Shigeru Ishiba, encargó al jefe de su gabinete, Yoshimasa Hayashi, que considere contramedidas frente al arancel del 25%. En una reunión del Comité de Presupuesto de la Cámara de Consejeros, Ishiba enfatizó que todas las alternativas están sobre la mesa y subrayó la importancia de proteger los intereses nacionales de Japón, destacando que el país es uno de los principales inversores en Estados Unidos. El sector automotriz japonés representa más de un tercio de las exportaciones al principal mercado estadounidense y emplea a 5,58 millones de personas, cifra que equivale al 8,3 por ciento de la fuerza laboral del país.