Un estudio reciente de Transport & Environment (T&E), realizado en colaboración con ERM, una de las consultoras de sostenibilidad más grandes del mundo, revela el alto coste de las subvenciones a vehículos de empresa impulsados por combustibles fósiles en la Unión Europea. En los cinco principales mercados europeos, estas ayudas representan una carga de 42.000 millones de euros anuales para los contribuyentes.
Este estudio examina los beneficios fiscales asociados a vehículos de empresa, incluyendo ventajas en especie, amortizaciones, deducciones de IVA y tarjetas de carburante, beneficios que no se extienden a los propietarios de vehículos privados. Actualmente, los coches de empresa constituyen el 60% de las nuevas matriculaciones de vehículos en Europa.
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Italia lidera en la concesión de estos subsidios, alcanzando los 16.000 millones de euros, seguida de Alemania, Francia y Polonia con 13.700, 6.400 y 6.100 millones respectivamente. La mayor parte de estos beneficios proviene de los programas de prestaciones en especie, que continúan favoreciendo a vehículos de gasolina y diésel.
En contraste, el Reino Unido y España aplican medidas fiscales más estrictas a los vehículos contaminantes. En el Reino Unido, se aplica una tasa elevada sobre los beneficios en especie para coches de gasolina y diésel, incentivando el uso de vehículos eléctricos, cuya adopción ha alcanzado el 21,5% en el sector corporativo.
En España, aunque las ventajas fiscales son similares a las de vehículos privados, la falta de incentivos específicos ha resultado en una menor adopción de eléctricos, que solo representan el 3,7% de los coches de empresa.
El estudio también destaca el importante beneficio fiscal que reciben los conductores de vehículos todoterreno. Un usuario corporativo paga hasta 8.900 euros menos en impuestos anuales por conducir un todoterreno de gasolina o diésel en comparación con un propietario particular. Este incentivo fiscal ha llevado a que las empresas registren el doble de todoterrenos contaminantes en comparación con los hogares, absorbiendo 15.000 millones de los fondos destinados a subvenciones anuales.
Stef Cornelis, director del programa de flotas eléctricas de T&E, expresó su preocupación al respecto, señalando que “cada año, los contribuyentes financian miles de millones en beneficios fiscales para vehículos de empresa contaminantes, entre los cuales muchos son todoterrenos de alta gama que emiten grandes cantidades de CO₂”. Destacó que esta política va en contra de los objetivos climáticos y resulta socialmente injusta. Algunos países como el Reino Unido y Bélgica han implementado medidas verdes para reducir progresivamente los beneficios para vehículos contaminantes, mientras que los principales mercados de la UE aún no toman medidas decisivas.
En términos de transición ecológica, los vehículos de empresa aún se encuentran rezagados. Durante la primera mitad de 2024, solo el 12,4% de los nuevos coches de empresa matriculados en la UE fueron eléctricos, comparado con el 13,8% en el sector privado. T&E argumenta que la eliminación de las subvenciones para vehículos de empresa impulsados por combustibles fósiles ayudaría a revertir esta situación. Varias autoridades de la UE, incluyendo a Teresa Ribera y Wopke Hoekstra, han manifestado la necesidad de eliminar estos subsidios para promover una transición hacia tecnologías más limpias.
En consonancia, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha instado a Apostolos Tzitzikostas, candidato a comisario de Transporte Sostenible, a proponer políticas que impulsen la electrificación de las flotas corporativas. T&E sugiere que para 2025 se presente un Reglamento para hacer ecológicas las flotas corporativas, estableciendo objetivos vinculantes para que las grandes empresas y empresas de leasing electrifiquen sus flotas para 2030. Esto contribuiría tanto al próximo Pacto Industrial Limpio de la UE como a la demanda de tecnologías limpias, ofreciendo estabilidad a sectores clave como la industria automotriz y el sector energético.
Cornelis concluyó enfatizando la relevancia de alinearse con el Pacto Verde de la UE, subrayando que eliminar los subsidios a los combustibles fósiles es fundamental para avanzar en la agenda industrial y climática de Europa. La fijación de objetivos de electrificación permitiría una mayor demanda de vehículos eléctricos y fortalecería el liderazgo de la UE en tecnología limpia, al tiempo que beneficiaría a los sectores de fabricación y movilidad sostenibles.