No es normal encontrar publicaciones de este tipo por parte de los fabricantes de coches, razón por la que es especialmente curioso el informe titulado "Evaluación del bienestar mental de los ocupantes del vehículo e implementación de contramedidas".
En esta patente, que llega de la mano de General Motors, lo que se hace es explicar cómo una serie de sensores y dispositivos serían capaces de evaluar lo que está sucediendo en el interior del automóvil o, mejor dicho, con sus ocupantes.
De forma que, si el sistema entiende que está ocurriendo algo anómalo que pueda poner en riesgo a las personas que viajan en el automóvil o al resto de usuarios de la vía, podría tomar el control de alguna de las funciones del coche.
Hablamos de una tecnología que haría uso de las asistencias al conductor del vehículo, y también se relacionaría con lo que conocemos como conducción autónoma.
Para detectar las posibles situaciones de ira o pérdida del sentido común al volante, sería necesario recurrir a la monitorización de la telemetría (y su correcta interpretación), con lo que se podría actuar ante la detección de frenadas o aceleraciones bruscas.
Además, se interpretaría cuando se está siguiendo a otro coche de forma agresiva, detectando el uso del claxon de forma reiterada y 'escuchando' a través de micrófonos las conversaciones o voces que suenen en el habitáculo. Otros tantos sensores biométricos podrían detectar el estrés del conductor, generado por estímulos negativos.
La patente cuenta con un total de 10 páginas y, aunque la solicitud al organismo norteamericano data de noviembre de 2022, no ha sido hasta el 16 de mayo de 2024 cuando se ha publicado de forma oficial.
Lo primero que anuncia es que el sistema 'anti-ira' debería ser capaz de alertar al conductor de la situación, recomendándole ejercicios de relajación, como respirar profundamente. Tras esto, y si la situación no se controla, el vehículo recomendaría llamar por teléfono y mediante el dispositivo manos libres a algún familiar o amigo cercano, de manera que se pueda calmar la situación.
De hacer caso omiso, el vehículo con esta tecnología de GM incorporada, sería capaz de hacer una llamada a un asesor especializado en este tipo de situaciones.
Pero quizá la estrategia más controvertida es la que habla del uso automático de los asistentes a la conducción del automóvil. Es decir, que el coche podría girar, acelerar o frenar de forma autónoma si entiende que hay una situación de riesgo relacionada con el estado mental del conductor en ese momento.
Como sea, hablamos de una patente, que no parece que tenga una viabilidad a corto plazo, y en todo caso es necesaria una mejoría en la tecnología de conducción autónoma de los coches para que se pueda implementar con toda la seguridad.