Durante décadas Europa ha sido el epicentro industrial y tecnológico del mercado automovilístico a escala mundial. Marcas como Volkswagen, Mercedes, Peugeot o Volvo han marcado los pasos de la industria, pero ya no es así. Las políticas europeas han hecho del coche eléctrico un problema económico y laboral. Europa ya no tiene la hegemonía mundial. China lidera el mercado y en Bruselas temen que ese poder transforme por completo el normal comportamiento de los mercados. El Parlamento decidirá pronto qué medida final debe tomarse para limitar el impacto de las marcas chinas.
A principios de verano se activaron los ya famosos aranceles portuarios a todos los vehículos eléctricos producidos en China y exportados a Europa. Las tasas han ido variando a lo largo de los últimos meses, llegando a suponer pagos adicionales de casi el 36% en función de la marca en cuestión. Tasa que se suma al 10% que ya estaba establecida en la región. La medida ha afectado no sólo a las empresas chinas, también a europeas como MINI o CUPRA que en su momento, buscando un menor coste, derivaron a Asia la producción de algunos de sus modelos eléctricos.
Europa se la juega en una votación que se antoja crítica
La aplicación de los aranceles ha enfrentado a China y a Europa en una batalla nunca vista hasta ahora. Los últimos resultados financieros, relativos al tercer trimestre, demuestran que las marcas europeas tienen una gran dependencia de China, ahora mismo situado como el mayor mercado del mundo con más de 30 millones de matriculaciones al año. Muchos fabricantes temen que el Gobierno de Xi Jiping tome medidas contrarias para penalizar a las marcas europeas, lo que supondría cientos de millones en pérdidas. Desde el principio los fabricantes han estado en contra de la aplicación de los aranceles al asegurar que atentan contra el libre mercado.
Sin embargo, algunos países de Europa temen que las marcas chinas ocupen el puesto de los fabricantes tradicionales y por eso exigen una nueva votación que determinará el futuro del coche eléctrico chino en el Viejo Continente. Nadie sabe qué va a pasar, pues aunque Europa quiera taparlo, las discrepancias y las diferencias son cada vez mayores. Hay mucho en juego, desde millones de puestos de trabajo en todo el continente, hasta miles de millones de euros en ingresos. La industria del automóvil supone más del 10% del PIB de la Unión Europea. Suma un buen pellizco a las arcas comunitarias.
La decisiva votación tendrá lugar el próximo día 4 de octubre, el próximo viernes. No será hasta entonces cuando sepamos qué rumbo han decidido tomar los 720 parlamentarios europeos. Las negociaciones siguen activas. Mientras tanto, China podría estar preparando un paquete de medidas sancionadoras. Muchos fabricantes chinos ya buscan espacios y terrenos donde producir sus coches eléctricos para evitar así tener que pagar más impuestos que podrían restarles competitividad y, de peso, reducir el balance de ingresos. Mientras tanto, los conductores europeos esperan a dar el salto a la movilidad eléctrica. Las ventas siguen estancadas. En algunos territorios como Alemania, seriamente contraídas.