Los cuentos no siempre tienen un final feliz. La historia ha demostrado que sólo sobreviven los más fuertes y que en un mercado tan globalizado, las mínimas repercusiones que suceden a un lado del océano pueden tener desastrosos efectos en el otro. La historia de Lordstwon Motors es una de las muchas que hemos visto en los últimos años en la industria. Un nuevo fabricante de coches eléctricos que ha pasado de ser aclamado por la crítica a echar el cierre. La compañía americana acaba de declararse en bancarrota, aunque no lo dan todo por perdido.
Echemos un poco la vista atrás para ver qué ha sucedido. En 2018, en el estado de Ohio, se funda la compañía Lordstown Motors de la mano de Steve Burns, un antiguo director ejecutivo de Workhorse Group. Atraído por el enorme potencial de la movilidad eléctrica, el empresario tenía una versión muy clara de lo que buscaba. Apenas un año más tarde, en 2019, la empresa se convirtió en la propietaria de una vieja y abandonada fábrica de General Motors, que acabaría convirtiéndose en su sede principal. Todo eran luces y esperanzas para Burns y sus empleados.
Rápidamente, Lordstown llamó la atención de inversores y otros fondos que llegaron a poner grandes sumas de dinero en la compañía. Foxconn fue una de ellas. Los taiwaneses vieron el potencial, pero siempre han mantenido una postura bastante controlada que no ha terminado de satisfacer las necesidades de los americanos. Los ingresos han sido de cuantías considerables, pero es que arrancar una marca de coches no resulta nada barata. Si bien todo eran sueños y esperanzas, la evolución de la marca no ha sido la que todos esperaban y a Foxconn se le acabó la paciencia hace unas semanas. Durante este tiempo ambas compañías han tratado de encontrar un entendimiento, pero no ha sido así.
Ayer mismo, la compañía emitía un comunicado en el que declaraba la quiebra. Lordstown Motors no puede hacer frente a los pagos y, ante esta delicada situación, no hay otra alternativa que iniciar el proceso de bancarrota. A pesar de las malas perspectivas, la cúpula directiva no se da por vencida y espera poder captar a un nuevo socio que le permita volver a reabrir las instalaciones y recuperar la actividad. Las perspectivas no son nada halagüeñas. El Nasdaq está a punto de eliminar las acciones de la compañía de su cartera de productos al acumular más de 30 días con una cotización por debajo del dólar.
De forma paralela, la cúpula directiva de Lordswtown Motors, con Edward Hightower como consejero delegado y presidente de la compañía, ha presentado una querella contra Foxconn por actuar con mala fe. Según los americanos, sus socios han actuado de mala fe al incumplir de forma reiterada y deliberada las obligaciones de pago y sus diferentes compromisos comerciales. Consideran que las acciones de Foxconn han dañado a la compañía, reduciendo sus perspectivas de futuro y abocando a la empresa a la delicada situación económica en la que hoy se encuentra.
Sea como sea, en los últimos meses hemos podido ver varios casos similares en la industria. Los principios siempre son costosos y sólo unas pocas marcas sobrevivirán a esta nueva etapa. Todo el mundo toma como referencia a Tesla, pero no hay que olvidar que la compañía de Elon Musk estuvo mucho tiempo en la cuerda floja. Otros ejemplos de fracaso nos llegan de la mano de compañías como Faraday Future, o Lightyear que recientemente ha anunciado que pelea por renacer de la mano de su segundo coche. Sólo el tiempo dictará sentencia, pero ni los grandes fabricantes como Volkswagen se libran de las penurias.