Las industrias de los vehículos eléctricos y las baterías están experimentado un espectacular crecimiento. Sin embargo, el potencial de negocio que ofrece este sector está teniendo una consecuencia negativa agravada por la gran cantidad de empresas que se han creado a su alrededor y que ha provocado un incremento notable de las quiebras. Esta tendencia plantea dudas sobre la sostenibilidad de la industria y los obstáculos que hay que superar.
Hoy en día, la palabra bancarrota sobrevuela el sector de la movilidad eléctrica. Nadie está exento de sufrirla; desde los fabricantes más tradicionales que apuestan por convertirse en marcas totalmente eléctricas a las empresas de reciente creación que luchan por afianzarse en un mercado muy competitivo y rodeado de grandes incertidumbres tecnológicas. Una etapa que pasa por convencer a una gran mayoría de clientes todavía reticentes a los grandes cambios que se avecinan en la movilidad.
Un producto muy exigente que precisa de grandes inversiones
La creación, producción, distribución y venta de vehículos eléctricos y baterías demanda una inversión inicial significativa, tanto para la investigación como para el desarrollo. El cliente final al que va dirigido el producto tiene ante sí una gran oferta para elegir, por lo que no solo es necesario cubrir el estándar de la competencia, sino diferenciarse de ella.
Ya no se trata únicamente de cumplir con las normas de calidad y seguridad que imponen las leyes. En muchos casos, la compra de un nuevo coche, una de las más importantes, responde a criterios compulsivos, como la marca, el diseño o la tecnología, lo que complica el camino a los nuevos fabricantes.
También hay que demostrar que el producto que se lanza es tan fiable como el del resto de fabricantes. Por otro lado, en el caso de los vehículos eléctricos, al ser una tecnología disruptiva, que cambia los hábitos de propiedad de los conductores, se precisa una mayor dedicación a las campañas de marketing con el objeto de convencer a los clientes de las bondades de un producto que desconocen.
Igualmente, es necesario poner en pie las instalaciones necesarias para la fabricación o subcontratar a otras empresas que ya dispongan de ellas, así como establecer una cadena de suministro. Estas elevadas necesidades de financiación precisan de un músculo económico difícil de sostener. Los fabricantes deben pasar de crear los prototipos básicos para mostrar los vehículos y lograr las homologaciones necesarias para su comercialización a fabricar miles de unidades con un nivel de calidad muy alto y, a la vez, con unas exigencias de costes muy estrechas.
Factores coyunturales que añaden un extra de dificultad
La industria se enfrenta además a desafíos derivados de las interrupciones en la cadena de suministro, agravadas por circunstancias como la pandemia de la COVID-19 y las tensiones geopolíticas. Estos factores contribuyen a la escasez y al aumento de los costes de las materias primas críticas, como el litio, el cobalto y el níquel.
Además, la innovación tecnológica avanza de manera rápida e incesante. Para mantenerse competitivas, las empresas deben comprometer altas y continuas inversiones en investigación y desarrollo. Esta dinámica puede ser una espada de doble filo: impulsa el avance, pero puede provocar que las empresas queden rezagadas rápidamente si no logran mantener el ritmo de la innovación.
Por último, la rivalidad de los fabricantes tradicionales intensifica la competencia en un mercado cada vez más saturado. Los grandes grupos automovilísticos pueden dedicar los beneficios que obtienen de su negocio tradicional para dirigirlos a sus nuevos modelos eléctricos y a la investigación y desarrollo de baterías. Sin embargo, aquellos fabricantes que entran ahora en el mercado no cuentan con esta financiación interna y deben buscar la inversión de terceros.
Como consecuencia, dependen tanto de estos inversores, como de los suministradores y de los clientes. Un problema económico en cualquiera de estos tres pilares fundamentales puede provocar un efecto cascada que acabe con la bancarrota del fabricante.