Los coches eléctricos esconden muchos secretos que el ojo no alcanza a ver. Además de sus intrincados sistemas de baterías, estructuras de alto voltaje y evolucionados motores, los vehículos más sostenibles del mundo requieren un complicado lenguaje que permita la comunicación con todas las partes. De eso se encargan los ingenieros de software. Miles de líneas de código que controlan los coches más modernos del mercado. Sin el software no hay coches eléctricos y este está descubriéndose como uno de los puntos débiles para los fabricantes. Citroën está teniendo problemas con el desarrollo de uno de sus coches eléctricos más esperados, el ë-C3, aunque más marcas pueden verse afectadas.
Cuesta creerlo, pero hace ya casi un año que los franceses presentaron al mundo la gran esperanza de su gama eléctrica. El ë-C3 se descubrió como un SUV urbano y 100% eléctrico con un precio muy atractivo. La apuesta de Citroën fue tan fuerte que los galos ya no tuvieron reparos en ser comparados con el Dacia Spring, algo que hasta entonces siempre habían evitado. Citroën se lanzaba de cabeza en el segmento eléctrico más barato de todos. Meses después, en abril de este año, publicamos los precios de venta para España, a partir de 22.800 euros, y apenas un mes más tarde tuvimos ocasión de probar el nuevo Citroën ë-C3 por primera vez por las calles de Viena.
Problemas con el software de gestión de las unidades de producción en masa
Sin embargo, tras esa fachada de aparente normalidad, Citroën esconde problemas. La marca de los chevrones está teniendo muchas dificultades para implementar la versión definitiva del software de control. Las primeras unidades que nosotros tuvimos ocasión de probar hace ya tres meses fueron parte de una primera hornada de producción. La complicación de gestión se magnifica a la hora de hablar de producción en masa. Citroën espera vender cientos de miles de unidades en todo el mundo, pero las primeras entregas van con retraso, tal y como afirman fuentes internas consultadas por Automotive News Europe. Las primeras unidades deberían haberse entregado durante el primer trimestre.
No será hasta la vuelta de las vacaciones de verano cuando los clientes empiecen a recibir las llaves, tal y como han detallado portavoces de la empresa. La lista de espera supera las 30.000 unidades. La presión a la que están sometidos los ingenieros es muy alta, pero no es la primera vez que oímos algo semejante. El software se está situando como el principal talón de Aquiles de los coches eléctricos. Muchas marcas están teniendo dificultades con el desarrollo. Entre ellas Volvo, que se ha visto obligada a modificar las primeras entregas del muy retrasado Volvo EX90, y Volkswagen. Los alemanes llevan años de retrasos con las entregas eléctricas por culpa de la división CARIAD encargada de desarrollar los programas informáticos de gestión.
El problema añadido al que se enfrentan Carlos Tavares y Stellantis es que muchas marcas y modelos dependen de esas líneas de código. El Peugeot E-3008 está teniendo problemas similares y todavía esperan muchos modelos en el disparadero de salida. FIAT acaba de presentar el Panda eléctrico basado en la misma plataforma que el ë-C3. Citroën y el conglomerado holandés necesitan solucionar los defectos rápidamente si no quieren que los rivales se adelanten. Sus archienemigos de Renault y Hyundai están a punto de lanzar al mercado los nuevos Renault 5 y Hyundai Inster. No menos preocupante es la presión que ejercen las cada vez más numerosas marcas chinas. Todas ellas anuncian lanzamientos importantes para fechas próximas.
En ese punto, Stellantis podría tener las espaldas cubiertas. A principios de año firmaron un acuerdo de entendimiento, previo pago de 1.500 millones de euros, con Leapmotor. La startup china ha conseguido despuntar en el mercado eléctrico más competitivo del mundo, lo que le ha llamado la atención del conglomerado dirigido por Tavares. El acuerdo supone la introducción de Leapmotor en Europa bajo el control de Stellantis. Las primeras unidades ya están de camino a Europa con el Leapmotor T03 como el modelo más económico de todos. Un modelo similar al Citroën ë-C3 con que el Stellantis podría cubrirse las espaldas ante futuros problemas con los desarrollos.