El peso siempre ha sido el enemigo natural de la eficiencia. Da igual el tipo de mecánica que incorpore un vehículo, ya sea térmica, híbrida o eléctrica. La energía necesaria para generar un desplazamiento es directamente proporcional a la masa del objeto. Si un coche pesa mucho, necesitará más energía, es así de sencillo. Los coches eléctricos son considerablemente más pesados que los térmicos, pero en Stellantis creen que pueden hacer que las cifras entre ambos se equiparen y, para eso, es necesario buscar nuevas ideas para las baterías. El elemento más pesado de cualquier vehículo eléctrico.
En más de una ocasión hemos oído a algún directivo del Grupo Stellantis, o de alguna de sus marcas, criticar el peso de los coches actuales y no les falta razón. Los coches modernos pesan considerablemente más por diversas razones. El equipamiento es significativamente superior, también deben cumplir con requisitos de homologación que fijan estándares de seguridad, además del notable incremento de tamaño que suele haber de una generación a otra. Todo esto ha provocado que cada vez que un coche nuevo se asome a la báscula, esta se eche a temblar.
Para lograr tan ambicioso objetivo, Stellantis acaba de inaugurar un centro de desarrollo e investigación en Turín, Italia. El centro de Mirafiori trabajará en lograr una considerable reducción en el peso de las baterías con el objetivo de equiparar las cifras entre vehículos térmicos y eléctricos. El objetivo no es nada sencillo, aunque según los expertos hay varias vías para lograrlo. La química empleada y el empaquetamiento resultan claves en el proceso y, por ello, se investigan nuevos planteamientos que ayuden a lograr un futuro con baterías más ligeras.
A lo largo de los últimos años, Stellantis ha firmado numerosos acuerdos por todo el mundo para garantizarse el suministro de 400 GWh de baterías, tanto en Estados Unidos como en Europa. Esos contratos también animan a la exploración de químicas especiales de baterías. El litio, actualmente el material más empleado, es caro y pesado. Los franceses apuntan en otra dirección, como, por ejemplo, las baterías ligeras de litio-azufre que prometen un coste menor y un ahorro de peso del 60%. También ha mencionado la eliminación del níquel, manganeso, cobalto y grafito. El cobalto tiene impactos humanos y ambientales negativos bien documentados, por eso varias empresas han dejado de usarlo.
Otro posible rumbo son las baterías de iones de sodio. Recientemente, CATL ha realizado un importante anuncio al respecto. Tal y como especifica el fabricante chino, el sodio es un material mucho más abundante y sostenible que el litio. Su extracción es más limpia y rápida, lo que también permite ampliar el ritmo de producción. Sin embargo, la densidad energética es sensiblemente inferior. La batería de iones de sodio más revolucionaria hasta la fecha es capaz de conseguir una densidad de 200 Wh/kg, una cifra cercana, pero inferior a las actuales pilas de iones de litio. Se espera que puedan alcanzar un rango de 500 kilómetros con un coste y un peso notablemente inferior.
Todas estas investigaciones tendrán lugar en el nuevo centro de Mirafiori. La planta de 8.000 metros cuadrados cuenta con la última tecnología necesaria para el desarrollo de las baterías del mañana. De forma paralela, los ingenieros investigan otros caminos para conseguir reducir el peso de los coches. Materiales de alta resistencia capaces de sustituir a los elementos actuales que engordan cada día más nuestros coches. El objetivo es claro, tal y como demostraron el año pasado con el lanzamiento del Citroën Oli, un prototipo que adelantaba no sólo el concepto de ligereza, también la nueva filosofía estética de la casa francesa.