No es ningún secreto que la Unión Europea se ha propuesto ser la región del mundo más sostenible y medioambientalmente responsable. A lo largo de los últimos años Bruselas ha tomado decisiones muy agresivas que no siempre han alegrado ni a los europeos ni a las empresas. La prohibición de vender coches de combustión a partir de 2035 sólo es la punta del iceberg. El Parlamento Europeo quiere medir el impacto ambiental y las emisiones de absolutamente todo, incluidas las baterías. A pesar de que la norma actual entró en vigor hace meses, los parlamentarios quieren introducir un cambio ahora que podría ser crítico para las empresas alemanas.
La Unión Europea presentó en 2020 una agenda ambiental que contempla varios puntos y pasos a seguir. El nuevo Reglamento de baterías trata de regular los tipos de pilas existentes en el continente, incluyendo las baterías para vehículos eléctricos. La idea y el objetivo es promover la economía circular y medir de forma detallada las emisiones producidas a lo largo de todo el ciclo de vida del producto. En agosto de 2023 el reglamento entró en vigor, aunque la mayoría de las disposiciones tenían un periodo de letargo de varios meses, hasta mediados de febrero de este mismo año.
La forma en la que se genere la electricidad será esencial según la nueva medida
La Comisión Europea quiere ahora modificar parte de ese reglamento. Se trata, en concreto, del cálculo de las emisiones de carbono (huella de CO2) de las baterías para automóviles. A partir de 2027 el mix eléctrico nacional servirá como base para el cálculo de las emisiones. Actualmente la norma contempla que ese cálculo se realice con la electricidad realmente utilizada. Este nuevo cálculo puede ser beneficioso para algunos y muy perjudicial para otros, sobre todo para Alemania. Francia, por ejemplo, genera una gran cantidad de energía limpia gracias a su amplia red de reactores nucleares.
Sin embargo, Alemania opta por combustibles fósiles como el carbón y el gas. En 2023 el 40% de la electricidad producida en Alemania procedía de la quema de carbón y gas. Electricidad con la que se nutren no sólo los hogares sino también las fábricas. Berlín se ha opuesto claramente al cambio de la norma ya aprobada por Europa. Alemania quiere que se contemplen las emisiones reales de la electricidad utilizada. Se teme que la inversión en fábricas de baterías disminuya, pues para los fabricantes este nuevo sistema tendrá una mayor repercusión en los costes.
La Asociación Alemana de la Industria Automovilística (VDA) ha advertido su posición en un primer comunicado: “la industria automovilística en sí misma tiene poca influencia en la combinación energética nacional y regional. Por tanto, en general, este proyecto contradice los planteamientos anteriores y acarrearía importantes desventajas para las ubicaciones existentes en Alemania”. Por el momento nadie en Europa parece haber tomado nota de las reclamaciones alemanas. Se abre ahora un proceso de diálogo. De cara a 2027, todas las marcas tendrán que expedir un pasaporte para las baterías de sus coches eléctricos. Un documento detallado que señalará la procedencia o el estado de salud de la batería.